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"Zaragoza, fantasía y razón" por Francisco Comín

"Zaragoza, fantasía y razón" por Francisco Comín

Zaragoza, 2007. Foto Wikimedia. Junto al artículo de Ángel Garcés en Heraldo de Aragón, el día 1 de junio del 2008, en el apartado “A debate…Crecimiento Urbano”, aparecía este otro de Francisco Comín, director del Instituto Pirenaico de Ecología, reflexionando, una vez más, sobre Zaragoza y la ordenación del territorio. Comín hace un llamamiento frente al desorden, la marabunta constructiva zaragozana y los efectos Expo, aboga por no destruir los recursos naturales y clama contra los suelos concertados y la barbaridad constructiva del nuevo azud zaragozano. Desde APUDEPA felicitamos al científico Comín por su claridad, su valentía y su defensa inquebrantable del medio.

Bienvenidas sean en este blog sus sensatas palabras, pero observen que en paralelo los constructores aragoneses piden elevar el precio de la VPO a 240.000 E. Es decir, ahora que les va mal en las ventas quieren reciclar los pisos libres por VPO de 40 millones de las antiguas pesetas. ¿Y la rehabilitación de la vivienda consolidada y de los centros históricos? ¿Para cuándo? ¿No le importa al Gobierno tanta vivienda infrahumana en los cascos antiguos? ¿Para qué está la ley de Patrimonio cultural aragonés? Esa es una buena muestra de que no se cumple la ley, como apuntaba Garcés.

Zaragoza, fantasía y razón

«Grande no es sinónimo de bueno. Y es cuestionable que el camino de la excelencia pase por ser grande. Si quiere ser una gran ciudad, debe ser de calidad en un territorio equilibrado»

La fantasía desbordada por la publicidad de las obras y del crecimiento de las ciudades grandes, sean viejas o nue­vas, no debe hacernos olvi­dar que son humanas y de alcance lo­cal, y que abandonada de la razón pro­duce monstruos.

Ya hace tiempo que se razonó la monstruosidad de Barcelona por recu­rrir a desviar ríos, urbanizar montes y destrozar costas con tal de crecer, aun a costa de los recursos y las gentes de otras latitudes.

Esta misma razón nos dice que el pai­saje actual en el entorno de Zaragoza tiene un valor incalculable, pues es el resultado de millones de años de evo­lución. Y que, aunque puede tener mer­cado, no conviene despreciarlo, pues cumple funciones valiosísimas para el bien común: recarga acuíferos, protege de la erosión y desertización y contri­buye a amortiguar los rigores del clima, entre otros. Que no es poco para un en­torno con tan extremas condiciones cli­máticas.

En el caso de nuestros ríos ya se ha dicho casi de todo, aunque sin tiempo sereno para el debate. Pero hay que re­cordar que tan insensato es seguir cre­ciendo sin límites a base de atraer re­cursos de donde sea (Barcelona-Ebro, Zaragoza-Aragón), como seguir trans­formando con solo fantasía y sin razón, como la barbaridad hidro-ecológica que se está construyendo en el cauce del Ebro, margen derecho, entre el puente de Piedra y el de Hierro.

Esto solo tiene parangón con la mala educación transmitida a parte de la ciu­dadanía, de hacer creer que se puede construir en los cauces de los ríos im­punemente y, sin más costes, estrechar­los y modificarlos, interrumpirlos con presas y eliminar huertas sin pensar globalmente, y olvidar para que otros solucionen los problemas que aparez­can más tarde.

Quizás no sea el momento ideal, pe­ro siempre es conveniente recordar que debe haber en algún cajón un plan me­dioambiental que debe ir más allá de ha­cer unas obras para regular con com­puertas la inundación de algunas zonas del río. Y que la ley, su letra y su espíri­tu, incluso la europea, está para cum­plirse. Y que esto puede hacerse mejo­rando las condiciones de vida de los po­bladores locales.

Grande no es sinónimo de bueno. Y es cuestionable que el camino de la ex­celencia pase por ser grande. Si quiere ser una gran ciudad, debe ser de calidad en un territorio equilibrado.

Ninguna de las dos cosas las cumple ni las cumplirá a este ritmo, le sobra fantasía y le falta respeto a lo propio. Su dé­ficit de sostenibilidad (2,35 hectáreas por habitante) crece conforme se extiende, engullendo pueblos, consu­miendo naturaleza y absorbiendo re­cursos que no revierten al resto del te­rritorio. Para llegar a ser una gran ciu­dad hace falta reflexionar sobre esa fra­se escrita en un murete de la plaza del Pilar, a los pies de la estatua de Goya, su autor.

Quizás haga falta más creatividad e innovación, creerse que para hacer grandes negocios, incluso negocios grandes, no es obligado acumular marabuntas consumistas ni destrozar nuestros recursos naturales. Otros lo han hecho en grandes ciudades y en grandes territorios. Ahora sí, es impe­rioso un pacto consigo misma. Que pa­se felizmente el verano y disfruten las multitudes. Que pasen los sabios di­ciendo banalidades globales sin retocar las penalidades locales.

Y al acabar este muestrario, respeto y restitución de lo dañado y de lo que no funcione, por el bien de todos. Cuidan­do las relaciones y las inversiones en­tre el mundo rural y las ciudades. Con la fantasía y la razón bien unidas.

Francisco A. Comín Sebastián es director del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC.

1 comentario

Marianin -

Que agradable sorpresa poder leer artículos como estos últimos, tranquilamente.
Ojalá se serenen los POLÍTICOS de esta tierra, que andan locos ejerciendo como embajadores.
También desearía que se vacíen de vanidad los PSEUDOECOLOGISTAS, que cual dioses, vigilan, controlan y conducen hacia “lo pseudoAlternativo”.
Este fin de semana comienza otro espectáculo, el paralelo, el alternativo, el de los pobres desgraciados del mundo. Los aprovechan y muestran sus miserias, como si aquí, en casa, fuera todo ejemplar y no hubiera problema alguno que solucionar. ¿Y nuestras miserias? Enterradas bajo tanto ExpoAlicatado.
Seguro que en el FORO “Alternativo” llamado de Las Luchas del agua, estarán LOS DE SIEMPRE, los que no necesitan motivación ni información. Todas estas actuaciones dejan un reguero muy ancho de desencuentros, de distancias cada vez más insalvables entre Los Ciudadanos ávidos de mensajes coherentes y los dioses PesudoAlternativos.
Los políticos no han aprendido de la pésima gestión de Sevilla y los pseudoecologistas no aprenden a sentirse libres, al otro margen del río.
Luego no esperemos coherencia, sentido común, legalidad,... es demasiado permisiva la comodidad.