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APUDEPA

"Arborescencias", por Julio José Ordovás

"Arborescencias", por Julio José Ordovás


Parque Grande de Zaragoza. Foto Apudepa 2008. Les traemos hoy esta interesante reflexión sobre el paisaje urbano, artículo de Julio José Ordovás publicado por Heraldo de Aragón en su edición de 14 de julio de 2008. Y de paso recomendarles un libro sensible a la arquitectura y al medio ambiente de nuestras ciudades, "La plaza del azufaito" de la que nos habla Ordovás. El autor nombra personas a las que saca de sus casillas el mal gusto y la insensibilidad ética y estética que han arruinado el patrimonio urbanístico español. Lo peor -decimos desde Apudepa- es que no han parado y al parecer ni piensan.

"Los paisajes sin memoria no son otra cosa que naturalezas muertas. Y nada más muerto que una ciudad a la que se le extirpan sus arrugas históricas para injertarle prótesis de diseño"

"La plaza del azufaifo" salió de un blog para convertirse en un libro. Del blog de una vecina del barrio barcelonés de Sant Gervasi que se .levantó en armas contra la inmo­biliaria que amenazaba con reducir a astillas el esplendoroso árbol centenario que, saltan­do la tapia de un jardín privado, verdeaba, sombreaba, embellecía, historiaba y dignifi­caba su calle. Isabel Núñez, escritora y traduc­tora, capitaneó una campaña contra aquel arboricidio que representaba un historicidio en toda regla, uno de los muchos que a diario tie­nen lugar en cualquier ciudad española. Arro­pada por sus vecinos (entre los que se conta­ban los padres del alcalde) y por la gente de la cultura, y respaldada por la prensa, consi­guió ganarle la batalla a la "deconstructora" y al indolente Ayuntamiento de Hereuville, aun­que finalmente no lograra la plaza de sus sue­ños. Y así es como el jinjolero sigue respiran­do sano y salvo, ajeno por completo al albo­roto que se ha organizado a su alrededor.

Mientras leía "La plaza del azufaifo", que es un vibrante panfleto pero es también un in­sinuante libro de memorias y un cuaderno de lecturas, de viajes, de cabrees y de ensoñacio­nes, sonaba en mi cabeza "Il ragazzo della Via Gluck". Vale que Celentano es un cursi y un hortera y un rebelde con demasiadas causas, y vale que uno no cambiaría la más sucia de las baldosas de cualquier acera ni por todo el oro verde del mundo, pero me emociona esa canción que habla de un paisaje destruido por la plaga del hormigón armado y de una histo­ria imposible ya de recuperar. Los paisajes sin memoria no son otra cosa que naturalezas muertas. Y nada más muerto que una ciudad a la que constantemente se le extirpan sus arrugas históricas para injertarle prótesis de diseño. A Isabel Núñez le sacan de sus casi­llas el mal gusto y la insensibilidad ética y estética que han "disneyficado", esterilizado y, en buena medida, arruinado el patrimonio ur­banístico español. Pero todo lo que tiene que ver con España le parece tan horrible, en com­paración con la Arcadia del otro lado de los Pirineos, que uno no puede por menos de pre­guntarse si no sufrirá algún tipo de trastorno ocular cada vez que cruza la frontera.

No era la de Celentano, sin embargo, la única canción que sonaba en mi cabeza mien­tras asistía a los desvelos y los insomnios ar­borescentes de Isabel Núñez. También sona­ba "Strawberry Fields Forever". Porque esa canción tiene un verso, digno de Rimbaud, que explícita con enigmático figurativismo lo que es y significa la soledad: "No one, I think, is in my tree". Y porque cuando Lennon can­ta "Living is easy with eyes closed / misunderstanding all you see", uno piensa en todos esos autómatas que viven tan ricamente con los ojos cerrados, convencidos de que ese no querer ver es el secreto de la felicidad, y se le llevan todos los diablos. Una chica me conta­ba que muchas de las mejores horas de su vi­da las había pasado en la copa de un algarro­bo, leyendo. Esa sería mi ciudad ideal: una ciu­dad llena de árboles y de mujeres colgadas de las ramas, como panteras devoralibros.

 

3 comentarios

Jordan 4 -

Tears are the silent language of grief.

Blog de Apudepa -

Agradecemos a Ángel todas las sabias incorporaciones que ha realizado en torno al azufaifo.

Angel -

En Monzalbarba también hay un azufaifo. Aquí a los azufaifos les llamamos ginjoleros. Dan unos frutos comestibles que en mi niñez los vendía la dueña del ginjolero a la gente y los niños comprábamos los ginjoles que eran muy sabrosos.
Aquí os mandO un artículo que publicaron sobre el libro en BABELIA, EL 26 DE JULIO DE 2008 y el blog de Isabel Nuñez, la autora del libro, que tiene unas interesantes reflexiones sobre el patrimonio cultural.


http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.com/



CRÓNICA. "CON LA CIUDAD vendida a la especulación inmobiliaria y a las hordas del turismo, estamos asistiendo al trágico fin de Barcelona", afirma en el prólogo de La plaza del azufaifo Enrique Vila-Matas. El azufaifo es un árbol venido de China que florece en un jardín del barrio de Sant Gervasi. Con el derribo de la casa, el ejemplar, bicentenario, estaba condenado a muerte. Eso fue lo que lanzó a la escritora y traductora Isabel Núñez a liderar una movilización de vecinos y simpatizantes; en la calle, la prensa o la web. ¿Todo por un árbol, aunque extraordinario? No exactamente: su tesis no es que las piezas únicas deben preservarse. Eso está en la ideología oficial, que a cambio de salvar un edificio aquí y un árbol catalogado allá permite que la Especulación (y sus compañeras la Destrucción y la Fealdad) se ceben en nuestra ciudad. No: el libro es un alegato a favor de la vida, del derecho de los ciudadanos a gozar de los entornos bellos forjados por las generaciones anteriores.
Por eso Isabel Núñez empuñó el ordenador, el teléfono, y empezó el calvario de averiguaciones y protestas para intentar la salvación del árbol. El libro es el relato de esa lucha. La autora ha tenido el acierto de no hurtar los nombres y los hechos de los políticos o ciudadanos que no ayudaron a la causa (¡vergüenza eterna sobre ellos!), así como los de aquellos que dieron su apoyo (¡que el Azufaifo Celeste les cubra con su sombra!). Y esa es la materia prima de la obra (inclasificable, bellamente escrita): recuerdos infantiles, cartas a las autoridadesm poemas, paseos por el barrio, relatos de enetrevistas y fotografías se trenzan en una preciosa edición desde cuiyas guardas vela el perfil del árbol.
Pero atención, ¡vigilemos!: el azufaifo de la calle Arimón aún no está definitivamente salvado...
José Antonio Millán.