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Sijena y Albarracín dos modelos de actuación de la Diputación General de Aragón

Sijena y Albarracín  dos modelos de actuación de la Diputación General de Aragón

Foto Albarracín.tusfotos.org. Hoy martes día 9 Heraldo de Aragón nos trae dos noticias que consideramos de interés para Aragón.  Una, el cierre temporal del Monasterio de Sijena y la otra, la restauración integral de la iglesia de Santiago en Albarracín. A nuestro modo de ver son dos noticias que resultan contradictorias, muestra del comportamiento errático de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, y en concreto del departamento de patrimonio cultural de la Diputación General de Aragón.

Caja Madrid lleva al menos tres años interviniendo en el antiguo  monasterio real  de hospitalarias de San Juan de Jerusalén pero el cenobio, muy expoliado por guerras y desidias, no llega a ser accesible a la sociedad  y en los últimos años es una odisea entrar  a verlo. Por otro lado, la marcha de las últimas monjas sanjuanistas, hace relativamente pocos años, y la presencia actual de las monjas de Nª Sª de Belén, plantea una cuestión palpitante en la realidad española: pocas vacaciones y muchos conventos. En cualquier caso, lo que está claro es que quienes mejor cuidan los conventos son las propias monjas y que la DGA  tendría que favorecer la presencia de comunidades en los edificios de alto interés histórico artístico, especialmente en los que son Bien de Interés Cultural (BIC).

Apudepa sintió enormemente la salida de las últimas monjas cistercienes de Casbas, la primera comunidad cisterciense femenina instalada en Aragón a finales del siglo XII, y mira con preocupación el proyecto de intervención  hotelero del arquitecto  Heliodoro Dols, simpatizante del Opus en cuanto intervino en Santa Engracia y de él es el proyecto de la sede por excelencia del Opus Dei en España, Torreciudad en Barbastro, ésta última ciudad natal de San José María Escrivá de Balaguer, el polémico fundador.  En Casbas mal empezamos cuando la intervención habla de rehabilitar  un monasterio que es BIC. En rigor, ¿no debería de hablarse de restaurar? Ahora parece que   los antiguos monasterios,  palacios y casas históricas  no tienen otra función en Aragón que la explotación hotelera y eso es lo que está ocurriendo en tierras aragoinesas: antiguo monasterio cisterciense de Nª Sª de Rueda en Escatrón; San Juan de la Peña; el Mesón de la  Dolores en Calatayud… y así hasta ocho (pinchar aquí). Nos puede decir alguien ¿con qué criterios se han se ha actuado? ¿Existe debate al respecto? ¿O estamos al albur de las prescripciones oficiales y del arquitecto de turno? ¿No se está dando, en términos generales, una sobreexplotación de los monumentos? ¿Por qué la explotación económica prima sobre lo cultural o social? ¿Acaso no hay otras posibles vías más adecuadas a la naturaleza delicada de sus edificios histórico artísticos?

En cuanto a Albarracín, eso es otra cosa. Partimos de que hay dos Albarracines, el pueblo viejo y el nuevo, éste algo distante del histórico. El primero es para enseñar, el segundo para vivir. No sería esa la opción más deseable. El Albarracín está la Fundación cuyo gerente, y alma mater, es Antonio Giménez. También  está en dinero la protección de IberCaja y el Gobierno de Aragón con José Ángel  Biel, vicepresidente del gobierno  y presidente de la citada Fundación.  Por cierto que Biel actúa como si fuese un patriarca en su diócesis.  La conclusión que nosotros sacamos es que cuando quieren pueden porque en Albarracín sí que se tiene en cuenta la restauración y rehabilitación en un sentido científico,  circunstancia que  es excepcional en Aragón.  Se valoran el hecho arqueológico, la arquitectura monumental, la tradicional, las técnicas, los materiales y conforme a ese ideario se interviene.  ¿Por qué no se hace en otros sitios? Misterio. Bien es cierto que en Albarracín se ha encontrado en Giménez un gestor excepcional que con el apoyo de otros profesionales, como el arquitecto Antonio Almagro, han conseguido en estos últimos años metas soñadas años atrás. Ahora bien que nadie piense que Albarracín es ajeno a la presión turística, que lo es, y lo que es más grave a la presión urbanística que se está generando. Sin una decidida política urbanística del Ayuntamiento,  apoyada por  Ordenación del Territorio de la DGA, buena parte de los logros alcanzados pueden diluirse como un terrón de azúcar en un vaso de  leche. Y si no al tiempo.

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                                                           Albarracín

 

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