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La crisis del 'star system' arquitectónico

La crisis del 'star system' arquitectónico

Leyendo BABELIA, el suplemento cultural de EL PAIS, del dia 12 de abril de 2008, he encontrado este artículo que me parece bastante adecuado para leerlo ante la hipnosis y alucinación que sufren nuestros administradores culturales, que se les cae la baba ante los arquitectos estrella y van perdiendo el culo porque hagan obras en Zaragoza, (actitud que demuestra, en el fondo, un enorme complejo de inferioridad)

Se puede consultar en esta dirección de Internet:

http://www.elpais.com/articulo/semana/crisis/star/system/elpepuculbab/20080412elpbabese_1/Tes

La crisis del ’star system’

William J. R. Curtis 12/04/2008

 

La arquitectura en la actualidad corre el peligro de degenerar en un juego que se desarrolla con formas excesivamente complicadas e imágenes generadas por ordenador, cuando diseñadores y clientes atraen la atención sobre sí mismos con los llamados edificios "icónicos". Todo se hace para conseguir un efecto rápido y seducir a los políticos e inversores con gestos sensacionalistas en sintonía con la economía de la mercadotecnia, con la privatización, con los intereses fugaces del capitalismo global y con la "sociedad del espectáculo". Como es habitual, la arquitectura también se emplea para ocultar e idealizar las maniobras y maquinaciones del poder político y financiero. Pero los grandiosos proyectos resultantes a veces no funcionan adecuadamente, chocan con su contexto y cuestan una fortuna en mantenimiento. Ahora tenemos el juego "icónico" en el que promotores y arquitectos intentan argüir que sus proyectos sobredimensionados aportan "identidad" a esta o aquella ciudad, una afirmación absurda cuando se trata de lugares centenarios. El lenguaje de los gabinetes estratégicos se usa para comunicarnos que ahora la arquitectura es una "marca" para vender una cosa u otra en el mercado global: todo, vino, arte, moda o propaganda de dictaduras. En este ambiente de promoción sorprende poco que se haga tanto hincapié en la imagen seductora y virtual a costa de la realidad construida. Muchas operaciones de construcción a gran escala no son más que paquetes de inversión internacional. Aportan pocos indicios de preocupación social o local, aunque esté de moda limitarse a unos pocos molinos de viento para demostrar que se piensa en el medio ambiente. Como las imágenes efímeras que titilan en la pantalla de un ordenador, el proyecto arquitectónico corre el riesgo de verse reducido al nivel de las superficies y los efectos fugaces.

El llamado "efecto Bilbao" ha sido una bendición de doble filo para la arquitectura. Los alcaldes están ahora sometidos a la ilusión ingenua de que sus ciudades sólo tienen que construir grandes proyectos de manos de arquitectos estrella para garantizar el "prestigio". Lamentablemente, en lugar de producir edificios funcionales, sólidos y bellos, varios miembros del star system, algunos de ellos ganadores del Premio Pritzker (al que absurdamente se hace referencia como el Nobel de la arquitectura) generan diseños arbitrarios y ostentosos sin sustancia perdurable: una arquitectura de gestos vacíos y formas complicadas en exceso que no entrañan un verdadero significado. El mismo Pritzker se usa como una "marca" que supuestamente garantiza superioridad, pero esto sucede en el mismo momento en que la cantidad se impone a la calidad. La arquitectura contemporánea sufre de una hiperinflación que combina una deliberación precipitada del diseño, estudios excesivamente grandes y una producción de vía rápida. Hay un riesgo real de que los arquitectos produzcan caricaturas de su propio trabajo en el "mercado". En este sistema, la arquitectura pierde el alma y se vulgariza como una forma de publicidad. ¿Necesitamos de verdad más museos como parques temáticos, aeropuertos faraónicos que no funcionan o rascacielos con formas vagamente fálicas? La arquitectura tiene objetivos más serios que perseguir, ya que debe servir a la sociedad y a la cultura a largo plazo, contribuyendo de manera positiva tanto a la ciudad como a la naturaleza. -

© William J. R. Curtis, 2008. Traducción de News Clips. William J. R. Curtis (Birchington, Reino Unido, 1948) es autor de La arquitectura moderna desde 1900 (Phaidon).

 

2 comentarios

Sara -

En EL PAIS del dia 22 de octubre de 2007, William J. R. Curtis publica un artículo que me gustó mucho (pues ayuda a entender mejor , y diferenciar la buena arquitectura de la mala) titulado
Maestro de la luz

Hay pocos arquitectos españoles vivos que gocen de nombre internacional, y Juan Navarro Baldeweg es uno. Además de su trabajo de arquitecto, como pintor ha realizado importantes exposiciones y como profesor ha impartido docencia en prestigiadas instituciones internacionales. Varias obras suyas pertenecen ya al canon de la arquitectura de finales del siglo XX.


En la tercera edición de mi libro La arquitectura moderna desde 1900, incluí su magistral Palacio de Congresos de Salamanca, con el asombroso espacio central cubierto por una cúpula que parece flotar en medio de la luz. Es de los pocos arquitectos que han logrado ese tipo de monumentalidad democrática en los edificios públicos.

Sus edificios combinan el sentido práctico con el poético, y son sensibles a los lugares en los que se alzan. Son escenarios sociales que están vinculados a la ciudad y celebran las instituciones que albergan. Dan más intensidad a la experiencia de la naturaleza y revelan nuevos espacios de la imaginación al visitante. Encauzan el fluir de la luz natural y dramatizan el movimiento. Ya escribí que sus edificios son "teatros de luz". De hecho, varios de los proyectos que tiene en construcción están dedicados a las artes escénicas. El Teatro del Canal ofrecerá varios auditorios de gran calidad, diferentes entre sí, y el edificio en su conjunto está concebido como un teatro en el que los vestíbulos suspendidos parecerán una especie de escenarios. El público y la ciudad servirán de telón de fondo. Y las fachadas, de cristal coloreado, son como cortinas que se levantan para dejar ver la representación del interior.

Construir edificios de estas dimensiones exige coordinar numerosos talentos, pero es el arquitecto el que los dirige y organiza en un esfuerzo integral. Para hacer su tarea como es debido necesita el respaldo de un cliente que comprenda que unos edificios de este tipo no son operaciones comerciales a corto plazo, sino aportaciones a la cultura pública de la ciudad y hasta del país. La arquitectura, por supuesto, es el marco de la vida social, un elemento esencial en cualquier sociedad civilizada. Si queremos una obra de calidad, el arquitecto necesita el apoyo de una voluntad política capaz de mantener las cualidades fundamentales de un proyecto arquitectónico a través de los altibajos que implica cualquier obra a gran escala. La arquitectura es una inversión duradera que contribuye al tejido de la sociedad y a incrementar la reserva de la memoria colectiva.


William J. R. Curtis es historiador del arte y crítico inglés de arquitectura. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Josita -

El libro de Curtis que se cita en este comentario es una preciosidad en contenido y fotos. Por lo que veo es evidente que este señor no se casa con nadie. Muy recomendable la lectura de este libro.