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APUDEPA

La Biblioteca Nacional: la huella del robo en los documentos recuperados como valor histórico añadido

La Biblioteca Nacional: la huella del robo en los documentos recuperados como valor histórico añadido

Foto Apudepa, 2007. Aparecía discretamente la noticia en un Breve de Heraldo de Aragón hace pocos días, el 1 de octubre: “La Biblioteca Nacional no borrará las huellas del robo” y El País de ese mismo día también lo recogía en un reportaje de Carolina Ethel, “La huella del expolio como valor añadido. Los mapas recuperados por la Biblioteca Nacional conservarán el rastro dejado por su ladrón” (pinchar aquí), por lo que al valor artístico de las piezas bibliográficas, procedentes de incunables y de la imprenta, hay una firme voluntad de mostrar su historia, incluida la del robo, quién lo hizo, cómo lo hizo y qué astucias perpetró el ciudadano uruguayo nacionalizado español que fue descubierto en el verano del año pasado.

La directora de la Biblioteca Nacional en Madrid, Milagros del Corral, ha tenido a bien consultar a sus compañeros de otros países la solución a tomar lo más correcta posible a tenor de las legislación vigente y de las cartas y recomendaciones que para tal efecto existen a nivel mundial. Huellas, pátinas y otras acciones, como la singular historia que nos ocupa, pertenecen a estos documentos y por tanto a la historia.

El respeto a la historia, independientemente de otros valores (artísticos, arquitectónicos, etnográficos, científicos…) es el principio del que parte la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 y cartas internacionales sobre criterios en restauración que ICOMOs hace valer en sus foros científicos. Otra cosa es la práctica, porque ahí ya todo se complica mucho, y no digamos nada en este país con respecto a la restauración arquitectónica en que se practica el "totum revolutum", a menudo “aquí hago yo lo que me da la gana”, o casi. En Aragón desde luego, no hace falta nada más que ver la antigua estación internacional de Canfran (Huesca), BIC, en proceso de "rehabilitación" y el maltrecho teatro Fleta, el grandioso Museo Pablo Serrano y la propuesta mediática para la Escuela de Artes, todos ellos en Zaragoza. Intervenir en patrimonio histórico artístico y hacerlo en nuevo y con abundantes brillos es lo que prima. ¿Existen para la administración actual y ciertos profesionales y técnicos la historia, los valores y la pátina del bien a conservar?

Concluiremos con unas palabras de Alois Riegl:

“De aquí el que desde siempre, el valor de novedad haya sido el valor artístico de las grandes masas, de los que poseen poca o ninguna cultura, frente al cual “el valor artístico relativo”, por lo menos desde el comienzo de la Edad Moderna, sólo ha podido ser apreciado por los que tienen formación cultural y cultura estética… A los ojos de las masas, sólo lo nuevo y completo es bello; lo viejo, fragmentario y descolorido es feo” (El culto moderno a los monumentos, 1903).

Por nuestra parte, APUDEPA, se congratula con la decisión tomada por la Biblioteca Nacional y en paralelo recuerda que Aragón tiene pendiente de resolver el grave expolio del Archivo Histórico de Teruel.

2 comentarios

Socia de Apudepa -

Aquí Dª Carmencita no hay debate, aquí se imponen unos criterios que no son tales, es un trágala poco técnico desde el punto de vista estricto de la conservación del patrimonio. El que manda, manda, así nos va.

Carmencita Descalza -

Se puede estar de acuerdo o no con esta concepción de la restauración. Pero desde luego este debate entraña una sutileza que para sí quisiera Aragón. Mientras en Madrid y en el mundo civilizado se debate sobre las huellas de los ladrones en los mapas y sobre las cabezas borradas de la Carga de los Mamelucos, en Zaragoza siguen a garrotazos contra edificios como la Escuela de Artes y el Teatro Fleta. Y qué decir de la Estación de Canfranc, que ya ustedes citan. Muy interesante artículo.