APUDEPA se suma a la preocupación por el maltrato al entorno de San Francisco el Grande en Madrid
A las imágenes comparativas tomadas de www.cipreses.net, añade APUDEPA una vista de Madrid, por Francisco de Goya, en la pradera de San Isidro. Es conocido que APUDEPA, la Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés, circunscribe su ámbito de actuación a la Comunidad Autónoma de Aragón. Fundamentalmente porque nuestra experiencia nos enseña que para actuar con rigor hay que tener un conocimiento lo más exhaustivo posible de cada cuestión concreta que se plantea. Nos cuesta sudor y lágrimas (todavía no la sangre) el trabajo que desempeñamos para poder defender el patrimonio en los límites de nuestra Comunidad Autónoma. Y nunca es suficiente. Si decimos que cada persona es un mundo, imagínense cuántos mundos hay en cada jardín a urbanizar, en cada huerto a edificar, en cada teatro a destruir, en cada iglesia a reformar, en cada palacio a maltratar, en cada pueblo a arrasar…
Junto a esta visión local (o puntual) tan necesaria, insustituible si se quiere actuar con el rigor requerido para cada caso, las personas interesadas por el patrimonio debemos de esforzarnos (y en APUDEPA lo hacemos) por alcanzar también una visión global que nos enseñe que, junto a las particularidades determinantes, existen principios básicos y situaciones tipo (por llamarlas de alguna manera) que deben de ser comprendidos de forma integradora. Tanto en lo territorial como en lo sectorial. Es decir: comprendiendo los fenómenos generales en los diferentes ámbitos territoriales (Aragón, España, Europa, Mundo) y en las diferentes vertientes (cultural, social, económica, política). En APUDEPA lo intentamos, pero es fácil comprender que es tarea inabarcable, nunca conclusa ni suficientemente avanzada, que requiere de un continuado esfuerzo a costa del tiempo libre de los voluntarios.
Decimos todo esto porque, entre las muchas alegrías que nos da este blog, como la de poder dar a conocer nuestras acciones y planteamientos, se encuentra la de poder conocer también otros casos, otros problemas y más amigos preocupados por el patrimonio cultural y natural. Hemos repasado el caso de las canteras baleares, de las costas levantinas, de los barrios barceloneses, de los teatros y cines madrileños, de las esculturas de Munster, de palacios tan interesantes como el de Boadilla del Monte o de lugares intensos como la casa de Vicente Aleixandre. Y hoy queremos dar a conocer a nuestros lectores un caso verdaderamente espeluznante que, como verán, nos enseña que el ciudadano no puede perder la conciencia de que, por decirlo claramente, “la calle es suya”. De todos y de nadie.
Por medio de la Asociación Amigos de La Cornisa-Las Vistillas (en cuya página web www.cipreses.net pueden profundizar los interesados) conocemos la barbaridad urbanística y cultural que Ayuntamiento de Madrid y Arzobispado plantean para un lugar tan emblemático como el parque de la Cornisa y los jardines de Las Vistillas. Estas zonas verdes, verdadero “pulmón” del barrio y punto de encuentro y de disfrute de los ciudadanos (no suficientemente mimadas) cuentan con una importancia cultural, paisajística y social fuera de toda duda. Rodean la extraordinaria iglesia de “San Francisco el Grande”, conformando su entorno y el del Seminario de la capital, hacia el palacio Real y la catedral de la Almudena. Y dan servicio a unas zonas edificadas de densidad importante. Pues bien: el Ayuntamiento va a consentir al Arzobispado la ocupación de buena parte de los suelos para la construcción de un edificio para servicios de la Iglesia, urbanizando el entorno y acabando con el lugar tal y como ahora es comprendido.
Además de la aberración de la sustitución de un espacio que debe ser, ante todo, ciudadano, libre, de servicio, de uso y de disfrute, debemos de pensar en los perjuicios a los valores culturales de la zona. Y no son pocos. El convento franciscano extramuros de la primitiva ciudad fue una de las primeras y más importantes instituciones religiosas establecidas en Madrid. En el siglo XVIII, el antiguo convento fue derribado para la construcción de una nueva edificación más acorde (según la mentalidad del momento) con la importancia de la orden y de la iglesia. Tras desechar proyectos de Ventura Rodríguez (autor de la Santa Capilla del Pilar) se encargó la obra a Francisco Cabezas que, por diversos avatares y disputas, cedió la dirección de la misma a Francisco Sabatini. A Antonio Pló se atribuye la conclusión de la imponente cúpula, que fue fuente de polémica entre arquitectos tan importantes como el propio Rodríguez o Diego de Villanueva. Por si ello fuera poco, y resumiendo la importancia de la iglesia y de su entorno en la arquitectura del período ilustrado, el lugar fue objeto de uno de los proyectos urbanísticos más fascinantes del momento: el de Silvestre Pérez para la unión del Palacio Real con el convento, que ahora debía albergar, por decisión de José Bonaparte, las Cortes españolas. Se pretendía así la relación de los poderes nacionales, ejecutivo y legislativo, en la escena urbana de la capital española, siguiendo la estela de otros proyectos para capitales nacionales. Silvestre Pérez, hombre clave en la arquitectura “ilustrada” española nació en Épila (villa en que, por cierto, APUDEPA desarrolló su primera iniciativa).
La iglesia, tras el frustrado intento de Bonaparte, fue dedicada a diversos destinos, destacando de entre ellos su conversión en Panteón Nacional, para lo que fueron trasladados (posteriormente devueltos) los restos mortales de los prohombres de la patria (entre ellos los de Juan de Lanuza, Justicia de Aragón, vindicado entonces como defensor de las libertades nacionales). Para mayor abundamiento de su importancia histórica y artística, diremos que la iglesia guarda una gran pintura de Goya, otro ilustre (e ilustrado) aragonés: “San Bernardino de Sena, predicando ante el rey don Alonso de Aragón”.
El vacío del lugar posee, además del valor ciudadano que destacamos muy principalmente, la bondad de ser algo así como un hito iconográfico para Madrid, pues aparece en las vistas de los grandes pintores de la fisonomía madrileña. El jardín y el entorno de la iglesia de San Francisco el Grande guarda importantes tesoros, comos los restos arqueológicos del primitivo convento, las trazas de los jardines de los Osuna, cuya finca se situaba contigua, o la cerca de Felipe IV, milagrosamente conservada.
Es evidente, pues, que el lugar, depositario de tan importantes valores culturales, por sí mismo y en tanto que entorno de San Francisco el Grande, del Seminario y del Palacio Real y de la Catedral de la Almudena, debe de conservar el tan característico espacio verde para uso ciudadano. Mucho se ha perdido ya. Pequeños quedan los jardines. Pero terrible sería que este “pulmón”, este espacio para la ciudad y para sus habitantes se pierda para siempre por el afán constructor del ayuntamiento y del arzobispado al que protege.
Desde APUDEPA, además de dar a conocer este caso, queremos apoyar de forma clara y expresa a los Amigos de La Cornisa-Las Vistillas y a todos los madrileños en la defensa de un jardín histórico, de un entorno privilegiado y de un espacio ciudadano que debe seguir siéndolo. Eso sí: ampliado, mimado y reforzado.
3 comentarios
Socia de Apudepa -
Supongo que no será casualidad que ciertos funcionarios y personajes relacionados con el medio ambiente y obras públicas del ayuntamiento de Madrid han entrado recientemente en la cárcel por corrupción. Ahí estará la madre del cordero, "ahora le concedo este favor a la iglesia que luego ya me responderá ella con otro"... Corrupción y favoritismos responden a la imagen de la España negra de Goya como pintó en su Quinta del Sordo a orillas del Manzanares y que creo la incluyó en su paisaje del Manzanares Aureliano de Beruete a comienzos del siglo XX.
Álvaro -
Los jardines del Seminario, o de los duques de Osuna, del s. XVIII, serán construidos en breve. Ya ha sido anunciado en ABC.
Por nuestra parte, apoyamos también vuestra causa para salvar un teatro histórico, como el Fleta.
Juntos sumamos más fuerzas.
¡A por ellos!
Cibeles -