El 14 de marzo, Día Internacional de los Ríos, a las 12 en la CHE
Nuestra querida amiga Victoria Trigo escribe:
MI HISTORIA PERSONAL CON LOS RÍOS Se aproxima el catorce de marzo, Día Internacional de los Ríos. Después de varios años de vinculación a las causas del agua que tanto enfrentamiento han traído en Aragón, me parece oportuno rebobinar película y, a modo de historia que me contara a mí misma y que quiero compartir con los miembros de Coagret y con todos los lectores, recorrer desde la memoria mi itinerario por los mapas emocionales de los ríos. Porque los ríos no llegaron a mi vida como nociones memorizadas en la geografía escolar, ni tan siquiera mencionados por mis padres o antepasados familiares. Los ríos llegaron a mi vida en el dolor de la lucha, en el coraje de quienes los defendían. Los ríos llegaron y me regalaron vivencias, amistades, cultura. Por eso llegaron y se quedaron como elemento imprescindible para la creatividad y como parte irrenunciable de mí. Felizmente, yo comencé a complicarme la vida en el río Ara. Jánovas, Emilio y Francisca, y el eco de aquella patada en la puerta –aquella patada que con mejores modales sigue golpeando- fueron la sirena que tensó mi fibra reivindicativa. A continuación, casi enlazados, llamaron a mi puerta los casos de Yesa y Santaliestra, llegando a conocer en el segundo a la inolvidable súper abuela, María Campo. Luego vino el río Gállego, que me regaló el nombre de un pueblo, Biscarrués –sí, el mismo que para algunos es sinónimo de pantano- y la fuerza de un territorio, La Galliguera. Después –y frecuentemente malentendido como problema menor- lo de Mularroya, una de las cuestiones más bochornosas del panorama de los ríos en la actualidad, quizás el caso que más confirma lo poco o nada que se ha avanzado en la protección de los mismos. Y no querría olvidar en el Día Internacional de los Ríos a los amigos de Lechago, a los defensores del Queiles, a los opositores al pantano de Itoiz, a los de Rialb, a los combativos compañeros del delta del Ebro. No querría olvidar a nadie que mire a los ríos con amor y esté dispuesto a librar la batalla –todavía sin final- de vivir en armonía con ellos. Mi historia personal con los ríos, como la de cualquiera que se haya implicado en estas causas, también tiene momentos tristes, decepciones de quienes han abandonado, de quienes pasaron al otro lado de la mesa y, además, lo hicieron con ánimo de cegar con humo de agua –entiéndase Expo-, controlar las movilizaciones y las iniciativas de los colectivos altruistas. Por los ríos, por su gente. Por los que no reblan. Por los que en este catorce de marzo sienten especialmente cálido el abrazo de las líneas azules de nuestros mapas. Para todos ellos un año más, con mi afecto y mi puño en alto. Mª. Victoria Trigo Bello
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