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APUDEPA

NAUFRAGIOS EN LA CIUDAD 1

NAUFRAGIOS EN LA CIUDAD   1

Sevilla. Foto Apudepa 2010.

Naufragios en la ciudad 1. En este BLOG  de EL PAIS, han publicado un interesante artículo sobre el libro  URBANISMO PARA NAUFRAGOS, de Manuel Saravia y Pablo Gigosos, editado por la Fundación Cesar Manrique. Es interesante para que reflexionemos sobre muchas cuestiones del URBANISMO ACTUAL.

"No existe ciudad alguna que pueda ser vivida por todos como derecho”. ¿Cómo sería un urbanismo de los derechos humanos? Manuel Saravia Madrigal y Pablo Gigosos Pérez proponen en el libro Urbanismo para náufragos (Fundación César Manrique) un planteamiento urbano radicalmente diferente –incluso frente a ciertos urbanismos de la sostenibilidad- no con el ánimo de abrir un frente de batalla sino con la voluntad de resultar eficaces. El ensayo, de 555 páginas, permite ponerse unas gafas que nos dejan ver algo que no veíamos y, por lo tanto, conduce a pensar cosas en las que seguramente no habíamos reparado. En tantas, que desde este blog vamos a dedicarle tres entradas seguidas. Lo que sigue es una selección de la ideas y datos con los que Saravia y Gigosos nos empujan a pensar sobre un urbanismo de serie b, alejado del glamour pero pegado a la conciencia, para la defensa de los derechos humanos.

- La ciudad es la culminación del proceso civilizador.  Civilización y ciudad tienen el mismo origen. ¿Por qué no vincular ambos términos más íntimamente? Civilizar las vías principales: recomponer las plazas, aligerar la circulación del centro, disminuir la presión de los aparcamientos, dar más oportunidades a las bicis.

-Hay cuestiones urbanas para las que seguimos siendo casi ciegos. El urbanismo no se mueve, no progresa. Parece atascado en su mundo, ensimismado. La ciudad moderna dedica grandes sumas a grandes infraestructuras para la mayoría (autovías, aeropuertos). Desde la perspectiva del derecho no hay derecho a esas inversiones mientras haya ciudadanos que no pueden acceder a los más elementales derechos urbanos: andar con dignidad por el territorio (sin tener que jugarse la vida). Hay precedentes: las cabinas para discapacitados o el pavimento para guiar a ciegos no son proporcionales a la gente que ha de usarlos. Ciudad es vivir juntos, y derecho es vivir conforme a unas normas de justicia.

-Lo que daba a la Alejandría de principios del siglo XX “un algo especial era su población cosmopolita: griegos, italianos, británicos, franceses, armenios, rusos, mezclándose unos con otros” (Haag). Antes las fronteras eran para los productos, no para las personas. Stefan Zweig contaba en El mundo de ayer que “antes de 1914 la tierra era de todos. Viajé a la India y a América sin pasaporte. La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntado. Hoy la exigencia de papeles envilece el alma”. “Nadie tiene más derecho que otro a estar en ningún lugar del planeta” (Kant).

-El urbanismo y las ciudades vivieron momentos de renacimiento cuando se demolieron las murallas que las consternaban y lastraban. Ha llegado el momento ya de demoler otras murallas: las ciudades y el urbanismo revivirán nuevamente.

-¿Cuánto es bastante? ¿Cuándo el tener más deja de aumentar considerablemente la satisfacción humana? No se trata tanto de producir de otra manera como de reducir el sobre consumo. Si todo el planeta viviera como los europeos harían falta tres planetas. Y si lo hiciera como los norteamericanos, seis.

    No va a ser fácil ocultar tanta desigualdad. El urbanismo que proponen un profesor de la Escuela de Valladolid (Saravia) y el arquitecto municipal de esa ciudad (Gigosos) se plantea lo contrario: exponerla a la luz pública, mezclarla, evidenciarla.

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