11 tesis sobre la Fundición Averly, Villa-Fábrica, por Pablo Lópiz Cantó
Blog de Pablo Lópiz Cantó, enlace
11 tesis sobre la Fundición Averly, Villa-Fábrica
1. Todo sucede muy rápido. Desde el 15 de mayo de 2011 los movimientos sociales vivimos en una hiperactividad desaforada. A la toma de las plazas se le añadieron las mareas, a éstas tanto las apuestas de asalto a las instituciones por vía electoral como las multitudinarias marchas por la dignidad. Eso sin mencionar la ingente cantidad de proyectos que trabajan desde la cotidianeidad, en aparente silencio, agujereando desde abajo las formas de dominación instituidas. Sin duda, algo está teniendo lugar. Llamémoslo proceso constituyente, emergencia de hasta ahora ignoradas, formas de contrapoder social o expresión alegre de nuestro deseo de democracia. En todo caso, ya no somos los mismos. Los movimientos sociales estamos viviendo un auge e intensificación hace pocos años impensable. Los umbrales que hemos logrado traspasar son muchos. Superar el muro que nos separa de Averly supone dar un nuevo salto de escala.
2. Y, sin embargo, parece que nada cambia. A pesar de la fuerte erosión de la legitimidad del régimen del 78, el ejercicio efectivo del poder institucional no ha encontrado freno suficiente. A pesar de la profunda crisis económica el ciclo de acumulación financiera sigue, si bien ralentizado, su curso. A pesar del estallido de la burbuja inmobiliaria la especulación continúa asolando nuestras ciudades, devastando el territorio, lo poco que de él queda, y destruyendo nuestras vidas. Parece que los movimientos sociales chocamos con un techo que detiene nuestras ansias de transformación social, de construcción de un mundo deseable. El impasse político en el que nos encontramos exige, una vez más, retomar el impulso. Si no golpear más fuerte, sí, al menos, hacerlo donde más les duela. Decía un viejo obrerista que no hay que atacar allí donde el capital es más débil, sino donde la clase obrera es más fuerte. Donde más les duele es, precisamente, ese lugar en el que convergen las distintas líneas de resistencia. Y porque en torno a Averly es factible hoy articular nuestras energías, se ha convertido en el punto débil del sistema.
3. De las múltiples enseñanzas que se pueden extraer de la experiencia de las plazas, mareas y marchas dos resultan ahora indiscutibles. En primer lugar, que la construcción de lo común requiere del encuentro y la articulación de las diferencias a partir de mecanismos que profundicen los proceso democráticos de acción y de decisión. En segundo lugar, que los dispositivos de resistencia han de estar dotados, si no de permanencia, al menos sí de capacidad de duración. Intensificar el conflicto resulta imposible sin que los movimientos sociales adquieran una pluralidad excesiva y un grado de consistencia suficiente tanto en el tiempo como en el espacio. Averly es ese lugar en el que diversidad y duración pueden anudarse y dar lugar a una potencia virtuosa.
4. La perpetuación de las formas hegemónicas de dominación depende de la composición de procesos de dominación heterogéneos en los que se entrelazan, entre otras, las dimensiones institucional, económica y urbanística. De ahí que intervenir simultáneamente en los tres ámbitos se haya convertido en un objetivo irrenunciable para los movimientos sociales. En esto la PAH ha sido y es nuestra maestra. En Zaragoza, Averly es el lugar de coagulación del más intenso combate contra las viejas instituciones corruptas, la explotación económica y sus declinaciones urbanas.
5. Al igual que una teoría científica que se sabe falsada no deja de ser usada mientras no surja otra que explique mejor la realidad y permita intervenir sobre ésta de modo más efectivo, un modo de organización social no cae por su propio peso. Nada que esté apuntalado cae por su propio peso. Hay que tirarlo abajo y, para ello, es necesario construir un modelo de recambio más eficaz, esto es, que recoja de manera más fiel posible la expresión y el despliegue de los deseos de todas. Así como el gobierno no va a disolverse debido a la crisis de legitimidad que sufre, ni los miembros que lo conforman van a retornar a sus casas mientras no seamos capaces de echarlos, el modelo de acumulación de riqueza que había venido funcionando a toda máquina durante el ciclo de la burbuja inmobiliaria no se va a detener a pesar de las dificultades que atraviesa debido a la crisis financiera. No, al menos, mientras no seamos capaces de detenerlo. De poner coto a sus lógicas de apropiación de la riqueza producida colectivamente. Averly es la bisagra con que imponer ese bloqueo para seguir experimentando otras formas de gobierno y de vida.
6. Los dueños del dinero así como sus siervos, los políticos profesionales, carecen de la imaginación suficiente para inventar nuevas formas de producción de riqueza. La imaginación es trabajo cognitivo, producción de modelos, y ellos no trabajan ni producen nada. Sólo roban y usurpan. Su única capacidad reside en apropiarse de lo que otros —nosotros— creamos. Arrastrados, sin embargo, por la exigencia económica de acumulación, no tienen más opción que la de perseverar en las dinámicas de expropiación que la crisis impone, que la de dar continuidad a un ciclo económico periclitado. El modelo de acumulación inmobiliaria está muerto, y, sin embargo, camina entre nosotros, por nuestras calles, como esos zombis de las películas de serie B, arrasando con todo lo que se le cruza. Averly es el refugio en el que comenzar a experimentar nuevas formas de producción de riqueza capaces de escapar a la captura capitalista.
7. La continuidad de las lógicas capitalistas de extracción de riqueza común se hace especialmente explícita en el caso de La Fundición Averly. Los constructores implicados, así como los responsables políticos, quieren hacer de ella un nuevo pelotazo inmobiliario, obcecándose así en las lógicas de especulación y corruptela que gobernasen nuestras ciudades antes de la crisis. De ahí que la Fundición Averly se haya convertido en la palanca más efectiva para romper el impasse en el que se encuentran atascados los movimientos de transformación social en la ciudad de Zaragoza. Intervenir sobre Averly supone hacerlo en el lugar en el que se anudan de modo más feroz los procesos de especulación inmobiliaria, de destrucción de lo común y de corrupción institucional que aún perviven del antiguo ciclo. Salvar Averly es salvarnos a nosotros mismos.
8. La memoria no es una realidad abstracta ni puramente inmaterial. La memoria, la individual como la colectiva, sólo se da encarnada. En nuestros cuerpos, sin duda, pero también en los objetos que nos rodean, en las arquitecturas que habitamos, en las ciudades que levantamos. Desahuciar a la gente de sus casas no sólo supone dejarla en la calle; también significa robarles el espacio que han investido de recuerdos. Decía W. Benjamin que, en la lucha, ni siquiera los muertos están a salvo. La lucha por el presente siempre es, al mismo tiempo, una lucha por el pasado, contra la historia que imponen los vencedores. Destruir Averly significa borrar para siempre uno de los soportes materiales fundamentales sobre los cuales se sostiene la memoria colectiva de la experiencia obrera en la ciudad de Zaragoza. Conquistar nuestro presente exige recuperar el pasado, despojar a los dominadores de sus privilegios sobre la memoria. Averly es nuestro futuro anterior.
9. Evitar la perpetuación de los procesos de acumulación financiera que se concretan en el territorio a través de la especulación inmobiliaria es un requisito indispensable para instituir nuevas condiciones materiales de vida. Si bien el ciclo inmobiliario ha entrado en una crisis que no tiene vuelta atrás, eso no significa que los procesos especulativos hayan concluido. Quienes detentan aún el poder, económico como político y urbanístico, incapaces de crear un nuevo ciclo de acumulación mediante otros mecanismos, incapaces de inventar nuevas formas de creación de beneficio, pero obligados a mantener la tasa de ganancia, se ven obligados a recurrir a las viejas modalidades, a aquellas que, precisamente, nos han llevado al desastre. Lo harán mientras no se lo impidamos. Aprovecharán cada pequeña o gran oportunidad de reactivar la burbuja inmobiliaria. Las lógicas que imponen la destrucción de Averly son las viejas lógicas, las lógicas de un sistema anacrónico que, sin embargo, mientras no detengamos seguirá devastando nuestra ciudad. Averly es el nombre que damos a nuestra resistencia frente a la financiarización de la existencia, es el nombre que damos a nuestro deseo de una vida digna.
10. La ciudad es a nosotros lo que la fábrica fue a la clase obrera industrial. No sólo es el lugar en el que se desarrolla la producción, sino también el principal lugar de encuentro y auto-organización, así como el campo desde el que se despliegan el antagonismo y las revueltas. Los valores inmobiliarios son en gran medida la expresión de esa producción económica que tiene como sede la ciudad misma. Averly fue en su día fábrica. Hoy es ciudad, fragmento de ciudad. El negocio especulativo pone bien de relieve que es lugar de producción económica, pero según un modelo que no logra sino hacer crecer la desigualdad y deja en manos de unos pocos la renta extraída de capacidad colectiva de generar riqueza. Es necesario que la ciudad se convierta también en un espacio de encuentro y de organización, y en campo desde el que desplegar el antagonismo. Una cosa no sucede sin la otra. Rehabitar Averly, volver a darle vida, significa construir allí y desde allí un nuevo polo de producción de riqueza social, de creación artística y cultural, a través de la conjunción articulada de los proyectos de transformación de los movimientos sociales. Averly es otra forma de decir la invención de nuevas formas de vida.
11.Estamos ante la ocasión afortunada de generar en Averly una nueva Institución, una Institución del común. Pocas veces la suerte ha sido tan propicia. No sólo hemos de tomar al asalto las viejas instituciones para transformarlas. También es necesario producir nuevas. Instituciones que sean capaces de acoger la potencia democrática que se expresó en las plazas, en las mareas, en las marchas. El espacio Averly es una oportunidad probablemente irrepetible para comenzar a construir esa nueva institucionalidad, una en la que puedan participar todos y todas. Averly es el lugar donde hemos de poner coto a las viejas formas de destrucción creativa sobre las que se ha venido apoyando el proceso de acumulación capitalista, y empezar a construir desde abajo un cuerpo social basado en principios de democracia política y económica, así como nuevas formas de nuestro habitar compartido. Averly es nuestra Institución Monstruo, allí donde la producción de lo común devendrá potencia antagonista.
Pablo Lópiz Cantó
4 comentarios
ciudadano -
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Hay otros foros. Tenga la bondad de no ensuciar nuestro espacio con la grasa de la corrupción.
Gracias.
ciudadano -
ciudadano -