A vueltas con Zaragoza. De la ciudad cristiana a la ciudad industrial. El caso de Averly, por Belén Boloqui
A vueltas con Zaragoza. De la ciudad cristiana a la ciudad industrial. El caso de Averly
Publicado por Heraldo de Aragón 5/06/2014
En 1119 un obispo se dirigía a la comunidad cristiana internacional implorando limosnas a favor de un templo dedicado a la Virgen, ¡oh, dolor!, -reclamaba el prelado- "sabed que se halla en un estado ruinoso por falta de reparaciones… no se encuentra con medios para restaurar sus destrozados muros y reponer los ornamentos". La Saraqusta musulmana había sido conquistada por las tropas cristianas en 1118 y Zaragoza tuvo como obispo al bearnés Pedro de Librana. ¿Qué hubiera ocurrido si el prelado no hubiera publicado esa proclama a favor de Santa María, nombre con que se conocía a una pequeña, humilde y oscura capilla, vulgarmente denominada Santa María del Pilar? ¿Qué hubiera sucedido si Santa María hubiese caído arruinada por intereses espurios debido a las presiones de la nueva catedral del Salvador, dada la enorme rivalidad entre ellas, hasta llegar a hacer desaparecer esa humilde capilla que habían mantenido los mozárabes contra viento y marea durante más de 400 años ? (712-1118).
¿Habría sido igual la historia de Zaragoza? Evidentemente no. Zaragoza se ha distinguido hasta el siglo XIX por un cierto equilibrio entre el poder civil y el poder religioso, representados materialmente en importantes edificios, algunos públicos y otros privados. Entre los públicos citaré los más sobresalientes: el noble edificio de la Diputación del Reino de Aragón; la casa de los Diputados del Reino de Aragón;las Casas del puente (equivalente al actual ayuntamiento); el grandioso Hospital de Nuestra Señora de Gracia y la soberbia Lonja de mercaderes, sin olvidar el palacio de la Aljafería (residencia de reyes); la antigua universidad; las puertas de la ciudad y la esbelta e inclinada Torre Nueva. El poder privado, básicamente el de la clase noble, estaba representado en la vivienda, es decir, en los palacios urbanos, retrato de su poder. Citaré algunos de los más célebres por su aportación a la historia del arte: en estilo renacentista, el de Zaporta, conocido como de la Infanta, espejo de los palacios aragoneses y españoles, el más suntuoso sin duda; Torrellas, Luna (actual sede de la Audiencia ), Climent, Coloma y Sástago y de época barroca el de Villahermosa. En cuanto a la iglesia basó su enorme poder en la ya citada catedral de San Salvador, conocida como la Seo, y en la colegiata de Santa María la Mayor, del Pilar, desde 1674 con categoría de concatedral junto a la de San Salvador. A ello habría que sumarle numerosas parroquias, que mayoritariamente se han conservado, el palacio arzobispal, la casa del deán y muchos conventos con sus iglesias respectivas y hospitales, estos últimos casi todos desamortizados en el siglo XIX.
¿Qué han reconocido los lectores de los edificios citados? Bastante poco ¿verdad? En términos generales se puede afirmar que se han conservado muy pocos edificios civiles y bastante más religiosos. Cierto es que las sucesivas desamortizaciones del siglo XIX, provocadas por el naciente liberalismo burgués, ávido de capital para los nuevos negocios surgidos de la incipiente industrialización en España -ferrocarril, maquinaria agrícola e hidráulica, etc.- supuso el inicio de la liquidación del patrimonio histórico, bien por ruina, demolición e incluso por traslado, afectando la situación a la mayoría de los espléndidos palacios, a los riquísimos conventos y a múltiples edificios sociales de la España de mediados del siglo XIX. Bien contribuyó a este estado de cosas la clase noble, error gravísimo que ha pagado con creces y que en nuestros días deben de evitar a toda costa la burguesía industrial. En la actualidad la investigación publicada está demostrando el enorme trapicheo nacional e internacional que supuso este estado de cosas, al adquirir ciertos expertos extranjeros, con colaboración interna, nuestro tesoro artístico nacional a precio de saldo. Estamos ante los inicios de la industrialización.
En 1961 profesor D. Juan Antonio Gaya Nuño (1913-1976) dio datos fehacientes de todo ello en su espléndida monografía "La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos", afirmando sobre la arquitectura religiosa que de lo conservado en su conjunto se puede elaborar la historia de la arquitectura religiosa en España desde la Edad Media hasta el siglo XX, no sucediendo lo mismo con la arquitectura civil dada la gran destrucción mantenida durante los siglos XIX y XX. El autor no se está refiriendo a destrucciones como consecuencia de las guerras civiles españolas, sino a demoliciones debidas básicamente al desprecio ante lo bello, a intereses económicos privados y a la mala educación. Tres armas letales para nuestra cultura. Así nuestra historia -afirma Gaya Nuño- no es la de la destrucción ciega, suministrada por una violencia que se ha cernido sobre un monumento inocente. Será la historia de la destrucción pacífica, premeditada, fría, realizada de cara a la opinión, tanto vulgar como sabia, nacida no de una necesidad estratégica o de un azar desgraciado, sino de un desprecio por lo bello y vetusto, desprecio que excluye automáticamente cualquier comentario provisto de indulgencia".
En términos similares se ha manifestado en 1977 el arquitecto, académico, profesor y polígrafo D. Fernando Chueca Goitia (1929-2011) en su libro, "La destrucción del legado urbanístico español". Por su interés aludo a sus palabras relativas al Planeamiento urbano; "Esto entraña cuáles deben ser los límites de la libertad privada en la ordenación de la ciudad, que es un bien colectivo, y cómo este ordenamiento debe ser respetado por todos, en primer lugar por las autoridades y los organismos oficiales que en nuestro inmediato pasado han sido los primeros conculcadora de toda norma. En nuestro país, la anarquía ha sido fomentada desde arriba. A la organización de la libertad le ha faltado en primer lugar la libertad para organizarla". Chueca Goitia apuntó para Zaragoza un "grado de deterioro urbanístico: Muy grave. Índice 7". Hay que tener presente que el 10 era el grado máximo de deterioro y que en su categoría solo le igualó Granada y les superaron pequeñas capitales como Albacete, Ciudad Real, Guadalajara y Soria que alcanzaron el índice 10.
Han pasado los años pero en estos términos descritos, reforzados ahora por la crisis económica general, se halla inmerso el fecundo legado de Averly y de su industria metalmecánica, bienes muebles e inmuebles, sorprendentemente mantenidos a trancas y barrancas, con una mentalidad burguesa más europea que española, por la familia Averly-Bea-Hauke, familia a la que debemos un reconocimiento general (Zaragoza, 1863-2013).
Para Apudepa la buena educación y el interés general pasa por la conservación de este palacio de la industria, una catedral de la primera industrialización española y, por tanto, una fábrica en términos culturales de categoría nacional e internacional. Seguiremos hablando de Averly.
Belén Boloqui Larraya, de la Junta de Apudepa e historiadora del arte
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