Zaragoza: Expansión descontrolada
Fotografía Apudepa 2006. Vista de los antiguos almacenes SEPU. Hace cosa de tres meses, el diario Heraldo de Aragón, en su edición de 29 de junio de 2007, aportaba un interesante artículo sobre Zaragoza de Francisco A. Comín. Por circunstancias, Apudepa no pudo incluirlo en estas páginas, pero ahora, tras un verano especialmente movido como consecuencia de las obras de la Expo, plan de riberas, actuaciones en el puente de Piedra, Balcón de San Lázaro, y un largo etcétera, es hora de recordar sus reflexivas palabras relacionadas con Zaragoza, su urbanismo y su expansión. ¿De verdad ganamos calidad de vida? ¿Hacia dónde vamos?
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Zaragoza y su entorno tienen que replantearse cuestiones clave como la conveniencia de seguir creciendo en un territorio progresivamente desequilibrado.
Por Francisco A. Comín Sebastián, director del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC
Zaragozaccc
"Zaragoza está dejando de ser una ciudad compacta, completa y compleja, las tres ces que caracterizan a la ciudad deseable"
Las ciudades nacen, crecen, viven y son vividas y, también, mueren. Difieren en el modelo de crecimiento y en cómo se define, y esto condiciona todos los aspectos de su vida como ciudad y de la vida en la ciudad. Varían desde el que sigue una planificación razonada del conjunto hasta otro con cambios azarosos causados por sucesos no incluidos en un planeamiento general. Zaragoza, en los últimos años, parece seguir más bien el segundo tipo, con la ocupación de grandes zonas del territorio cada vez más alejadas del centro sin haber revitalizado sectores degradados del núcleo urbano, lo cual fomenta el consumo energético y de otros recursos. Y suele llevar parejo el incumplimiento de planes y promesas, y el uso de grandes efectos publicitarios y polémicas más o menos oportunistas, que desvían la atención de lo fundamental: la ciudad, al crecer, ¿es más habitable? y ¿a un coste asumible?
Se usan términos -encaje paisajístico, oportunidad de transformación- y se organizan polémicas sobre aspectos parciales -el campo de fútbol o un museo versus una escuela de arte- que desvían la atención del debate esencial sobre el modelo de ciudad deseable. Zaragoza está dejando de ser una ciudad compacta, completa y compleja, las tres ces que caracterizan a la ciudad deseable. Ya no se puede caminar toda ella disfrutando. Las distancias y el entramado de vías de comunicación, centros de servicios y urbanizaciones son demasiado grandes y desangelados para caminar alrededor o a través de ellos, lo cual reduce la relación espontánea entre personas con pérdida de capital social. Está dejando de ser completa, porque hay barrios sin un mínimo de servicios en condiciones para que lo cotidiano sea placentero, con pérdida de capital humano. Se está rodeando de un cinturón de centros comerciales y polígonos industriales que no añade nada al uso del territorio urbano en el siglo pasado. Y no crece de forma compleja -que no quiere decir complicada-, porque Zaragoza consume sin rubor espacios de gran valor como estepas, sotos, barrancos y acuíferos, y sigue banalizando el paisaje y aplanando su orografía, con pérdida de capital natural.
Mejoran algunos indicadores de consumo de agua, contaminación del aire, concienciación de individuos y participación de empresas en proyectos de ciudad, y el esfuerzo de técnicos y especialistas es enorme. Pero, en conjunto, los beneficios y su expansión en múltiples dimensiones (las espaciales y otras conceptuales como consumo energético, revalorización de recursos naturales y cohesión social) no están equilibrados. Su crecimiento se puede catalogar ya como expansión descontrolada, que incluye a los pueblos vecinos, aunque por el lado del flujo de inversiones y construcciones inmobiliarias parece estar muy controlada. Según el Ayuntamiento, cada habitante de Zaragoza necesita 4,25 ha para producir lo que consume y digerir los residuos que produce, 2,2 veces más que la media del planeta. Zaragoza crece sin conservar con sus funciones los grandes espacios necesarios para hacer más llevadero su clima, sin corredores que los conecten y sin grandes parques, porque no lo son espacios con la mayoría de su sucio asfaltado y artificializado en extremo. Y sigue, como hace un siglo, con ríos ocultos bajo el asfalto, enladrillando riberas, poniendo compuertas a grandes ríos y abasteciéndose de agua a cientos de kilómetros. Estas acciones, que la propaganda llama de recuperación, no son sostenibles ni deseables y crean mal ejemplo.
El "árbol Expo" no debe tapar la visión del "bosque ciudad" de aquí a dos generaciones, No bastan promesas de continuada actividad si la expansión descontrolada en un plano anula las otras dimensiones. Ni los anuncios de fundaciones y oficinas sobre sostenibilidad mundial, si no se corrigen las contradicciones de un crecimiento basado en la excesiva regulación y contaminación de los ríos, por ejemplo. Zaragoza y su entorno tienen que replantearse cuestiones clave como la conveniencia de seguir creciendo en un territorio progresivamente desequilibrado. En esto, deben ser actores principales también el resto del territorio de influencia y los recursos financieros, que deberían innovarse para aumentar su eficiencia integrando capital social y capital natural. Zaragoza tiene un papel importante como motor de Aragón, pero quizás a Aragón no le convenga tener un motor único y anticuado, como parecen indicar las últimas iniciativas de desarrollo territorial.'
3 comentarios
Josita -
Mestizo -
En cualquier caso la mayoría de los ciudadanos tiene alma de especulador, ese es el gran problema.
Habrá que preparar la gasolina y los mixtos..
Salud
Carmencita Descalza -