El Averlycidio y la sombra de una nueva Torre Nueva, por Carlos Bitrián
Artículo publicado por Heraldo de Aragón en su edición de 6 de febrero de 2014.
Jamás una torre ha proyectado más sombra sobre una ciudad que la Torre Nueva desde que ya no existe. Si mientras surcó el tiempo de Zaragoza, el campanario tapó el Sol en el majestuoso pero limitado derrame de su proyección sobre los suelos y tejados cercanos (como hacen todas las torres) desde que ya no existe cubre toda la ciudad con la violenta oscuridad que arroja su recuerdo.
En la decadencia de su belleza histórica Zaragoza se ha ido desangrando ante una ciudadanía resignada. Al derribo de la torre, consumado en 1893 y precedido por otros también muy importantes, le siguieron los de la casa de la Infanta, el convento de Santa Fe, la iglesia de Santiago, el palacio de Coloma, el convento de San Pedro Nolasco, la iglesia de San Andrés, la casa de Torreflorida, la iglesia de San Juan y San Pedro, el convento de Santa Lucía, la Universidad con su capilla, los edificios modernistas de Sagasta, el anfiteatro romano, parte de los conventos de Santa Mónica y San Agustín, los restos del templo romano de la plaza del Pilar, el tejido histórico del Tubo, parte del Teatro Fleta, el interior de la casa del Canal, y un sinfín de bienes y episodios urbanos cuyo recuento excede las posibilidades de un artículo. Si los jueces del Tribunal Superior no lo remedian, a esta ignominiosa nómina se sumará en 2014 el más importante conjunto industrial de Aragón: el de la fábrica metalúrgica de Averly.
No parece importar a la empresa Brial, a la Dirección General de Patrimonio y al Ayuntamiento de Zaragoza, conjurados como están en el derribo y en la amputación del bien, que el juicio de los expertos sobre la importancia histórica y cultural de Averly sea unánime y rotundo, como lo muestran los informes periciales encargados por Apudepa y entregados al Tribunal. La entidad TICCIH, asesora de la Unesco, ha dictaminado que “Averly es un conjunto extraordinariamente bien conservado en toda su evolución histórica de manera que presenta un alto grado de integridad y de autenticidad”. Eusebi Casanelles, director durante más de 20 años del Museo de la Técnica de Cataluña, considera que “Zaragoza ha conservado una fundición única que, sorprendentemente, ha llegado intacta hasta nuestros días. Averly es una reliquia muy singular difícil de encontrar en otro lugar” cuya importancia “es fundamental para el patrimonio cultural aragonés y español, como mínimo”. El coordinador del Plan Nacional de Patrimonio Industrial hasta 2011, Alberto Humanes, afirma que “Averly es la catedral por antonomasia de la primera industrialización en España, (…) es único en Aragón y en España y realmente excepcional en Europa”. La directora del Departamento de Historia del Arte, Ascensión Hernández, también considera que Averly es “un conjunto único no sólo en el territorio aragonés sino también en el nacional y europeo”. El catedrático Manuel Silva, afirma que “Averly es la joya por excelencia del patrimonio histórico-industrial aragonés” y “del patrimonio español decimonónico” en el ámbito metalúrgico-mecánico.
No solo coinciden los expertos en la relevancia del bien sino también en la necesidad de la conservación integral. El catedrático Eloy Fernández Clemente entiende que su supervivencia “parcial haría inviable la conservación del tipo de Villa-Factoría, precisamente uno de los principales valores de Averly por su excepcionalidad en el territorio español” y el catedrático Carlos Forcadell considera que la protección debe afectar a la “compleja integridad” del conjunto. La doctora experta en patrimonio industrial, Diana Sánchez alerta, por último, sobre lo que “supondría la irreversible amputación del conjunto y la destrucción del bien en cuanto su unidad global (…), el rasgo más singular e importante de Averly”.
Y a todo ello se suman el acuerdo del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza a favor de la conservación integral de Averly, los informes anteriores de los especialistas Pilar Biel, Javier Jiménez Zorzo, Agustín Sancho y Salvador Tarragó y las firmas de más de 150 doctores y 60 catedráticos de las universidades de España. Valgan por ahora las palabras de los expertos. Para las de los “averlycidas” ya habrá tiempo.
Carlos Bitrián Varea es arquitecto y presidente de Apudepa
0 comentarios