Una cuestión de interés
Artículo de Carlos Bitrián publicado en el diario "Heraldo de Aragón" en su edición oscense de 25 de julio de 2007. La imagen es de APUDEPA y nos muestra las losas de balcón de uno de los grandes huecos de casa Dueso.
La propuesta de APUDEPA para la catalogación de casa Dueso, en Fraga, ha dado ya su primer fruto: la apertura del debate sobre la conveniencia de conservar este patrimonio cultural. Ricardo García Prats, en este mismo diario (14 de julio), rechazaba la propuesta de APUDEPA sentenciando que casa Dueso carece de interés.
El debate está fundamentado sobre dos preguntas cuyas respuestas presentan un evidente componente subjetivo: ¿tiene interés el edificio? ¿tiene interés conservar una casa de interés? García Prats responde a la primera que “ni el más mínimo”, por lo que en su discurso no ha lugar a la segunda. APUDEPA, que defiende la conservación del edificio, sí puede presentar sus argumentos. El edificio sito en la calle San José de Calasanz data de finales del siglo XVIII. Se trata de un inmueble de una relativa sencillez que, sin poseer méritos excepcionales, presenta notables valores urbanos, arquitectónicos e históricos. No es la casa de un labriego que recurre a sus propios medios para construir su residencia. Es el fruto del trabajo de un maestro de obras que ofrece muestras del grado de perfección que alcanzan los gremios en época ilustrada. Los huecos se resuelven mediante arco escarzano con doveladura de ladrillo y se constituyen en amplios balcones mediante trabajada losa de piedra en la planta noble. El inmueble es un documento valioso que nos habla de la casa fragatina del siglo XVIII, heredera, con sus variantes, de la tan típica casa aragonesa de ladrillo. El edificio sito en la plaza de San Pedro (colindante al anterior y parte de la misma propiedad) es un digno ejemplo de su tipología. Presenta una sencilla y atractiva composición de huecos en fachada que traslada al exterior la “jerarquización” de los pisos del interior.
¿Interesan estos edificios? La respuesta depende del sujeto. A APUDEPA sí, porque son edificios de antigüedad evidente, sencilla belleza, elegante porte y “documento” valioso en el estudio de la vivienda popular en Fraga. Y porque forman parte de un tejido urbano de características sobresalientes (más allá de la iglesia de San Pedro y del palacio Montcada entre los que, por cierto, nuestros edificios se encuentran) que conviene rescatar del olvido y que es víctima silente del expolio cotidiano. Actuar en él sin un acercamiento global a su ser histórico, arquitectónico, social y económico puede convertirlo en una colección de cicatrices sin remedio.
¿Tiene interés conservar una casa de interés? La respuesta depende del grado de exigencia en la conservación del patrimonio cultural. Las diversas culturas han dado y dan soluciones diversas en relación con la conservación del patrimonio. Así, los países europeos, fundamentalmente centroeuropeos y nórdicos, hace mucho tiempo que superaron la concepción estrictamente monumental del patrimonio. La Carta de Ámsterdam, ya en 1975, advierte: “Durante mucho tiempo sólo se han protegido y restaurado los monumentos más importantes, sin tener en cuenta su contexto. En consecuencia, éstos pueden perder gran parte de su carácter si este contexto es alterado. Además, los conjuntos, incluso en ausencia de edificios excepcionales, pueden ofrecer una claridad de ambiente que hace de ellos obras de arte diversas y articuladas”. “El patrimonio arquitectónico tiene un valor educativo determinante. Ofrece una materia privilegiada de explicaciones y comparaciones del sentido de las formas (…). Interesa, pues, conservar vivos los testimonios de todas las épocas y de todas las experiencias”.
España, sin embargo, quizás arrastrando atrasos culturales y educativos (véase el artículo de Félix de Azúa en “El País” de 10 de julio), no ha asumido todavía los principios básicos europeos en cuanto a la “conservación integrada” se refiere. El catedrático de la Escuela de Arquitectura de Barcelona Josep Maria Montaner, decía en un curso organizado recientemente por el CDAN que en España “derribamos muchas cosas que en otras culturas, como en Estados Unidos o Brasil, sería impensable. Por ejemplo, tiramos edificios de los siglos XVIII o XIX, que en otros países apenas existen, porque nos parece que están regalados”.
Dado que García Prats compara el caso de casa Dueso con el de la Estación de Canfranc, cabe decir que si la destrucción de casa Dueso no sería de recibo en los países más sutiles, la sustancial alteración de la Estación de Canfranc no se consentiría ni en el más bárbaro de los estados. Y es que es peligrosa la desinformación: Apudepa jamás se ha opuesto a los usos hoteleros que la Estación tuvo, por cierto, desde su construcción" (véase “La Estación Internacional de Canfranc” de Ezequiel Usón).
La cuestión, pues, es relativa y, a falta de dogmas de fe, puede resolverse según diferentes vías. Una es la representada por García Prats. Otra la que propone APUDEPA, en consonancia con la Carta y la Declaración de Ámsterdam. A Fraga le corresponde ahora decidir la suya.
Carlos Bitrián y Varea
3 comentarios
Josita -
el llanero solitario -
Me gusta que los artículos de prensa que se escriben tengan un componente didáctico,que den claves para entender la necesidad de defender el patrimonio y su importancia y este artículo lo hace.
Discordia -