"Mas allá de la apariencia", por Carlos Bitrián Varea
Vaciado del palacio de Villahermosa. Fotografía Apudepa
"No es osado afirmar que el Centro Villahermosa en Huesca es una obra del siglo XXI ha reciclado, descontextualizándolos, dos elementos históricos. Pese a ser uno de los más tacados elementos del patrimonio oscenses palacio no sobrevivió". Artículo publicado por el diario Heraldo de Aragón en su edición de 20 de febrero de 2009.
La ausencia de debate respecto de los criterios de intervención sobre el patrimonio cultural es una de las grandes causas del maltrato a que continuamente está siendo sometido el legado histórico. Parece que la reflexión colectiva, el diálogo interdisciplinario continuo y la aportación social de conocimiento asustan tanto en las sedes oficiales como en las académicas.
Así se explica que las voces de alarma ante los desmanes sobre el patrimonio en los últimos años hayan surgido principal y en algunos casos exclusivamente de la iniciativa ciudadana, despreciada por una Administración que suele amparar sus intereses en la parafernalia inútil de las Comisiones de Patrimonio, calculadamente irrelevantes, superficiales, serviles y opacas.
La previsión de posibles actuaciones sobre algunas de las más sobresalientes arquitecturas palaciegas de Aragón (los palacios de Fuenclara y de Tarín en Zaragoza, de Épila, de Morata…), invita a recordar con cierta perspectiva el caso del palacio de Villahermosa en Huesca.
El proyecto presentado en 2000 por Ibercaja para la “reestructuración” del palacio, firmado por el arquitecto Eduardo Cuello, suponía la total destrucción del edificio y su sustitución por una obra nueva pretendidamente evocadora de la tipología palacial aragonesa. Baste decir al respecto que, pese a la catalogación municipal (y posteriormente autonómica), el proyecto preveía incluso el derribo de las fachadas y su “reproducción mimética (…) con ladrillo recuperado de la demolición” (memoria del proyecto visado en mayo de 2000).
El 13 de febrero de ese año, Antonio Naval Mas alertaba sobre las características reales de la intervención. 4 días más tarde, APUDEPA elevaba la queja al Justicia, trasladándola a Ibercaja y solicitando formalmente a Patrimonio su intervención “a favor de la conservación integral del palacio Villahermosa”. Tras una visita al edificio, el 27 de abril, las profesoras Belén Boloqui y Carmen Morte y el arquitecto Joaquín Soro emitían en nombre de APUDEPA un informe de sumo interés que constataba el enorme valor de una construcción “atípica”, con una disposición modificada históricamente “por la agregación de construcciones colindantes”. El informe rechazaba taxativamente el derribo previsto, reconocía los elementos de indudable interés arquitectónico y alertaba sobre “la carencia de la información histórica necesaria” para el desarrollo del proyecto.
Las numerosas gestiones de la Asociación (escritos, comparecencias, recursos, denuncias) sirvieron solamente para la modificación del proyecto en lo referente a la demolición de la fachada que, con un tratamiento discutible, se conservó como concesión ante el cómplice silencio de las administraciones.
El hallazgo de un excepcional alfarje mudéjar (no publicitado hasta el final de la obra) echó por tierra los fundamentos del proyecto (la inexistencia de estructuras antiguas, de una configuración original y de elementos de interés) y evidenció las deficiencias de la investigación histórica y constructiva, así como la gran importancia de las estructuras del palacio. Conviene subrayar aquí que el informe de Boloqui, Morte y Soro, anterior a las obras, alertaba ya sobre “la posible existencia de restos de artesonados o simplemente forjados de viguería labrada”, señalando la incomprensible falta de catas en los techos.
Embelesados por la belleza del alfarje, muchos no supieron o no quisieron ver entonces lo que esa pieza acreditaba: que la estructura recién destruida remontaba su origen al menos a la misma fecha de la techumbre, al siglo XIV.
El proyecto de Ibercaja pretendió resolver la complejidad constructiva y la incerteza de toda actuación sobre el patrimonio (desde la carencia de información) con una recurrente “recuperación en apariencia”. Además de arrojar luz sobre alguno de los problemas de mayor actualidad en relación con el patrimonio (la sobreexplotación del monumento, la inadecuación de los usos, las deficiencias metodológicas y la ausencia de un trabajo interdisciplinar), el ejemplo de Villahermosa muestra también los perjuicios de despreciar los razonamientos de los ciudadanos en el ejercicio de su derecho a la defensa del patrimonio y del interés general.
No es osado afirmar que el Centro Villahermosa en Huesca es una obra del siglo XXI que ha reciclado, descontextualizándolos, dos elementos históricos. Pese a hundir sus cimientos en la bruma medieval y ser uno de los más destacados elementos del patrimonio oscense, el palacio no sobrevivió. Si conviene recordarlo, a contracorriente de la propaganda (que sigue refiriéndose al edificio como un palacio del siglo XIV), es porque es necesario que las actuaciones sobre la arquitectura palacial aragonesa aprendan de los errores y superen la concepción de algo así como un “restauro aparente” que desatiende por completo la complejidad constructiva, la originalidad tipológica y material y la rica articulación espacial de la arquitectura histórica.
Carlos Bitrián es miembro de la Junta de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés
4 comentarios
Isabel -
Juventud -
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Josita -
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