La otra España (la que no se debate)
Ayer tuvo lugar (ya no hay nadie que no lo sepa) “el” debate electoral que inaugura la presente campaña. Suele decirse que es “el primero en 15 años” pero aquí consignamos que cada año se celebra en el Congreso (sin suscitar tanta expectación, sin tantos focos, sin tantas cláusulas previas) el debate de Política General, también llamado “del Estado de la Nacióin”, que de igual forma enfrenta al presidente del Gobierno con el líder de la oposición, además de al resto de portavoces parlamentarios (lo que es más justo y plural, por cierto).
Si hemos querido tratar hoy este tema es porque en el Blog nos sentimos burlados por los señores Rajoy y Zapatero en su radical ignorancia de uno de los males estructurales de la nación española: la depredación urbanística del medio. Lejos de considerar que es un tema menor, en APUDEPA consideramos que el problema general urbanístico es la verdadera raíz de muchos de los problemas cotidianos de los ciudadanos: el acceso a la vivienda, el gasto manirroto y mal distribuido del erario público (que, sin embargo, no hace frente a la irracionalidad del planeamiento de las infraestructuras), la aceleración del cambio climático, la destrucción del paisaje y del patrimonio, la banalización de la cultura, el descenso de la calidad del espacio urbano…
Tampoco se habló de cultura. Se habló de artistas, sí. De artistas en el cada día más extenso sentido del término (desde Judith Mascó a Miquel Barceló). Pero cuando no fue para insultarlos (Rajoy), fue para utilizarlos electoralmente (Zapatero, con su venia) y considerándolos únicamente por su capacidad publicitaria nacional. Algo así como la Macarena o el plátano de Canarias.
Apartadas las gravísimas lacras que atentan contra la vida humana (violencia doméstica, terrorismo, guerra…), APUDEPA considera que la falta de orden del desarrollo urbanístico español es uno de los más acuciantes problemas a los que debe de enfrentarse España (muy especialmente, ahora, Aragón). Porque en la raíz urbanística se hallan buena parte de los males que impiden avanzar hacia el objetivo de la justicia social y el desarrollo sostenible (especulación, enriquecimiento ilícito, empobrecimiento ilícito, corrupción, derroche de los recursos naturales…). A nadie se le escapa ya que la creciente fragilidad del medio se confirma como una de las mayores amenazas actuales. Pues bien: no hubo tiempo entre reproche y reproche, entre acusación y acusación, para hacer una mínima referencia a la cuestión que nos ocupa. Ninguno de los candidatos parece tener propuestas para curar la enfermedad y, lo que es peor, ninguno parece ser capaz de asumir la verdad del diagnóstico. En el fondo es explicable: si el asunto lo menta Rajoy, Zapatero le dice Totana, Orihuela, Andratx. Si lo menta Zapatero, Rajoy le contesta Gran Scala, Seseña, Ciempozuelos. Los dos partidos tienen mucho que callar y, en coherencia, se callan. No es osado afirmar que existe un pacto entre los dos grandes partidos (tácito si no explícito) para apartar tan profundo cáncer del debate aparente de la aparente realidad. No piensen que llamamos al voto en uno u otro sentido. Probablemente ningún partido tiene hoy la fuerza suficiente para denunciar (en toda su dimensión y con el necesario aplomo) la cuestión. Quizás porque el sistema se encarga bien de hacer partícipes a todos (los partidos, no los políticos) del pecado original. No resultará ocioso que, los ciudadanos, alcemos la voz, además del voto, para recordar que existe una España corrupta en la que se puede ser, a un tiempo, depredador y patriota.
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Curiosa -