El ejemplo de Escocia
La Escuela de Arte de Glasgow en fotografía de APUDEPA. (Ver reportaje fotográfico). Escocia es, como Aragón, un territorio histórico inserto en un importante estado europeo. Como Aragón, goza de autonomía política (en distinto grado) y (también en distinto grado) de un elevado reconocimiento de su identidad histórica. A diferencia de Aragón, Escocia tiene dos ciudades lo suficientemente grandes como para competir entre sí por ser el motor económico, político y cultural del país. Edimburgo es la capital y Glasgow la ciudad más poblada. Ambas son muy bellas.
Si ahora nos interesa traerlas a este Blog, es porque acogen las dos instituciones culturales y educativas más importantes de Escocia: la Escuela de Arte de Glasgow y la Galería Nacional de Arte en Edimburgo. Que en Aragón tendrían su equivalente en la Escuela de Arte de Zaragoza y en el Museo Provincial.
Se da la circunstancia de que las dos instituciones escocesas viven actualmente (o han vivido muy recientemente) sendos procesos de reforma, adaptación y conservación. Y conviene comprobar cuán diferentes son los planteamientos británicos de los que actualmente se están manejando en Aragón para la reforma, desalojo y adaptación de la Escuela de Artes y del Museo de Zaragoza.
Lo primero que cabe reseñar es la proyección social de las actividades y de las colecciones de los dos organismos públicos. Tanto la Escuela como la Galería, permanecen abiertas al público, que accede de forma gratuita, y generalmente están repletas de ciudadanos y visitantes que comparten las múltiples actividades que en ellas se organizan. La Galería Nacional es, en este sentido, justo lo opuesto del Museo de Zaragoza: una institución viva, abierta al público y precursora de la participación del visitante, siendo el segundo lugar más visitado de Edimburgo, tras el castillo. Una institución, en suma, que sabe trasladar a la sociedad el gran valor del legado que custodia (obras de Rafael, Rubens, Rembrandt, Tiziano, Velázquez, Goya, Poussin o El Greco, entre muchos otros). En defensa de su patrimonio (y del patrimonio cultural de Escocia), la Galería Nacional se moviliza actualmente para evitar la retirada de dos de las piezas maestras de su colección, los cuadros de Tiziano que Felipe II le encargó sobre "Diana y Acteón" y "Diana y Calisto".
El edificio que acoge la Galería Nacional, situado entre la New Town y la Old Town (articulándolas tangencialmente a Princess Street), es un edificio de corte neoclásico y orden jónico obra de William Henry Playfair, uno de los grandes arquitectos escoceses del siglo XIX. Fue inaugurado en 1859, años después que la sede de la Real Academia Escocesa (1826), del mismo arquitecto, también neoclásica pero de orden dórico, con la que forma un interesante conjunto urbano.
Cuando a finales del siglo XX se planteó la necesaria ampliación de la Galería Nacional, se pensó en el edificio adyacente, dedicado también a la exhibición artística pero en peor estado de conservación, antigua sede de la Real Academia, como el espacio idóneo para las exposiciones temporales. Se planteó entonces una actuación en esencia muy similar a la que ahora se pretende en el Museo de Zaragoza, pero concretada y formalizada de forma mucho más rigurosa, seria, contenida, eficaz y respetuosa. El proyecto escogido, del equipo de arquitectos “John Miller & Partners” junto con el resto de colaboradores, fue denominado “The Playfair Project” y consistía en la unión de los dos edificios y en la dotación de los espacios necesarios para la ampliación moderna de sus servicios. Dicha unión y ampliación se concreta en el denominado “Weston Link”, edificio semisubterráneo (invisible a pie de calle en el nivel de los edificios históricos) y dignamente abierto a las maravillosas vistas de los jardines de Princess Street. Es muy posible que el visitante no sea consciente de su existencia al visitar la galería. Tal es su preocupación por no alterar el equilibrio original del conjunto arquitectónico de Playfair. Y lo que es igual de importante: la solución permite mantener casi inalterados los espacios neoclásicos interiores, en una sucesión de salas que mantienen el encanto y el sabor del museo del XIX. Tanto es el mimo, que los pisos superiores, inaccesibles en ascensor, cuentan con sillas plegables para la evacuación de urgencia y la mejora de la accesibilidad. Vean las fotografías y comparen el proyecto con la grosera intervención planteada por el Gobierno de Aragón y formalizada por Herzog y De Meuron para el Espacio Goya de Zaragoza (pues, efectivamente, el Museo es para Zaragoza lo que la Galería para Edimburgo y Magdalena bien podría ser para Aragón lo que Playfair para Escocia).
Cabe añadir, que el proyecto Playfair, financiado de forma compleja, se inició precisamente con la restauración del edificio histórico de la Real Academia Escocesa. Edificio, por cierto, que no tuvo que ser desalojado. Como ustedes sabrán, la ampliación del Museo de Zaragoza se plantea precisamente a costa del más exitoso de los edificios y programas funcionales de la plaza de los Sitios: la Escuela de Artes obra de Félix Navarro, inagurada (como el Museo y La Caridad) para la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Además de señalar lo idóneo de las instalaciones, desde ADEEA (la Asociación en Defensa del Uso y el Emplazamiento Históricos de la Escuela de Artes de Zaragoza) se ha señalado siempre que las Escuelas de Artes europeas se sitúan, por lo general, en edificios históricos concebidos para tal fin y emplazados en los centros neurálgicos de las poblaciones, lo que les otorga un relevante papel social, educativo y ciudadano.
Una vez visto la radical diferencia en el tratamiento de la ampliación de las instalaciones museísticas, y ya que hablamos de Escocia, queremos tratar el ejemplo de la Escuela de Arte de Glasgow, sin duda una de las instituciones académicas más prestigiosas de Europa. La institución es hoy, sin duda ninguna, indisociable del edificio que lo acoge, una maravillosa, precursora y moderna obra arquitectónica (un poco anterior, casi contemporánea, al edificio de Navarro) proyectada por el arquitecto Charles Rennie Mackintosh. Se trata de un edificio impresionante, caracterizado por la apabullante presencia de la luz y la amplitud y diafanidad de sus espacios principales, las aulas, junto a la sutileza y complejidad de las estancias secundarias. Un edificio que responde al usuario con continuos toques de singularidad y precisa destreza y que sorprende por la calidez de sus materiales.
El edificio se encuentra inmerso en un ambicioso programa de conservación y mantenimiento, pese a lo cual se ha querido garantizar la continuidad permanente de su uso y su accesibilidad para los visitantes. “The Mackintosh Conservation and Access Project” pretende garantizar la conservación integrada del inmueble, no solamente en su estructura y configuración espacial sino también en su acabado, en su integridad monumental, en su amueblamiento y e n su ambiente original. El cuidado puesto en esta acción conservadora es captado en una visita al edificio. Las maderas crujen bajo los pasos, las puertas son las originales, las tarimas se conservan y las aulas se muestran en toda su belleza y luminosidad. El acercamiento a la esencia constructiva del lugar es total. El proyecto incluye obras de adaptación que consisten en la dotación de infraestructuras y servicios. Pero en estos casos, como puede apreciarse en las fotografías, su acoplamiento se realiza con naturalidad, sin necesidad de vaciamientos. De igual modo que en la Galería Nacional, el edificio dispone para la evacuación urgente de dispositivos compatibles con la conservación del edificio, como sillas de evacuación para personas con movilidad reducida. La planificación juega un papel importante, por lo que el proyecto se divide en diversas fases, todo lo cual se explica a la entrada del centro, haciendo partícipe al visitante del proceso en curso.
En un momento en que se propone el proyecto brutal y destructor de la Escuela de Artes, alienta y motiva que en Europa los vientos sean otros: los del mantenimiento de los usos históricos y los de la conservación integrada de los bienes para su preservación en el marco del mantenimiento de sus valores materiales, espaciales y culturales. Ejemplos del tratamiento contrario son la norma en Aragón. Baste citar el caso contemporáneo de la reforma de la Casa del Canal, del Teatro Fleta, de la Estación de Canfranc o de nuestros palacios históricos ahora radicalmente “ennuevecidos”.
Lo dicho: sería bueno asomarse al exterior (ya lo decía el Viceconsejero Vázquez en cómico artículo) y aprender del ejemplo de Escocia.
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