Apudepa ante Averly: "No solamente está en juego Averly sino la manera de hacer ciudad. No toleraremos que utilicen a Averly de rehén para hacerse con otros suelos"
Las grandes empresas promotoras y constructoras están acostumbradas a campar por sus anchas en España. Durante décadas se han limitado a poner el dinero y a coger los papeles en los Ayuntamientos. Así han esquilmado nuestro medio ambiente y nuestro patrimonio cultural y así han arruinado a un país entero. Ellos son culpables. Muy culpables de la destrucción de nuestro paisaje y de nuestra cultura y de los desahucios y de la explotación laboral y salarial a través de las trampas en el acceso a la vivienda. Pero la ciudadanía es también responsable. Responsable de haberles seguido el rollo acríticamente a cambio de migajas económicas y de otras tantas de carácter sentimental. ¡Qué eficaces han sido los montones de ñoñeces que nos han hecho tragar sobre las ciudades "en los mapas", el "progreso", el "desarrollo", el "turismo de calidad" y tantos otros blasblasblas!
Ahora resulta que con el país en la más absoluta ruina, con recortes de salarios y derechos, con millones de viviendas vacías y una España de cuerpo de grasa de hormigón a punto de reventar, las constructoras quieren seguir imponiendo su lógica. La del mamoneo con los políticos mamones (no todos, decimos, sino los mamones), la del compro-compro vendo-vendo, construyo donde quiero, destruyo lo que quiero, recalifico lo que me da la gana, por el sacrosanto principio del derecho a la propiedad privada. Y aprovechando que los pobres súbditos (¡qué engaño eso de que éramos ciudadanos, ilusos de nosotros!) bastante tenemos con amargarnos la vida trabajando para evitar ser desahuciados. Ahora vienen de nuevo los constructores, compran Averly, uno de los mejores ejemplos del patrimonio industrial español y anuncian que lo va a derribar casi todo para construir 200 viviendas en 2014. Y que lo tienen todo en regla y que lo que falte lo solucionarán fácilmente. Y el discurso oficial es que los ciudadanos no podemos hacer nada, porque no está catalogado y porque cada uno hace en su propiedad privada lo que le da la gana.
Y nosotros decimos: NO. BASTA. SE ACABÓ. Nos hemos revelado y queremos poner nuevas reglas. Las del bien común. Las que jamás debimos dejarnos arrebatar. No necesitamos construir viviendas. No queremos más viviendas. La ciudad no las necesita. Queremos que las que tenéis retenidas las saquéis al mercado a un precio justo. A vuestra propiedad privada oponemos nuestros derechos y la supeditación constitucional de toda riqueza al interés general. Habéis comprado Averly. Pues vosotros mismos. Utilizad su arquitectura si queréis, respetándola. Poned una industria. Y si no sabéis hacer nada más que construir y construir y devorar y llenaros los bolsillos y los de los recalificadores y comisionistas, entonces iros y dejad nuestra ciudad en paz. Porque no habéis creado riqueza, habéis creado desastre. Además, ¿sabéis qué? Os conocemos...
Sabemos que para las promotoras y constructoras el suelo es el suelo y no hay diferencias. No importa que haya una catedral, o un bosque, una joya industrial o un páramo. Pero bien saben de la querencia que tenemos nosotros, ecologistas, defensores del patrimonio, personas concienciadas y demás perroflautas por los tesoros naturales y culturales. ¿Y si, a sabiendas de eso, Averly fuera solamente un rehén a intercambiar por otra cosa? ¿Y si se hubieran hecho con el último patrimonio de la ciudad para chantajearla aprovechando su alma sensible? ¿Y si lo que de verdad han comprado con Averly es una espada de Damocles sobre un bien tan preciado en la ciudad para poder chantajear a la ciudadanía y a la administración? Pues para nosotros ahora tampoco va a haber diferencias en la nueva ciudad del bien común por la que vamos a luchar. Queremos salvar Averly, pero no vamos a picar ningún anzuelo. No estamos dispuesto a ceder a ningún chantaje ni a oponer a otro rehén para finalizar este secuestro. Vamos a poner sobre la mesa nuestros derechos, la Ley de Patrimonio Cultural y las reglas del bien común. No la lógica depredadora del modelo que han impuesto contra la sociedad hasta ahora.
Porque no solo queremos salvar Averly. Queremos una nueva manera de hacer ciudad. Habrá gente de buena voluntad, gente felizmente candorosa, que no verá que detrás de la operación hay dispuestas muchas trampas. Porque nosotros nos preguntamos ¿Quién ha filtrado la información? ¿Por qué? ¿Para qué? Comienza a hablarse de permutas de suelo y en Apudepa intuimos que la propiedad debe estar contenta. ¡Bien sabían que los ciudadanos no íbamos a dejar destruir Averly! En Apudepa tenemos una perspectiva amplia fruto de una experiencia de 17 largos años.
Este es el planteamiento de Apudepa. Hay que salvar Averly. Pero no a costa del sacrificio de otra parte de la ciudad. La ciudad es un ente global y su comprensión debe ser también global. Parcializar sus fenómenos solo conduce a la catástrofe. Estaremos con todos aquellos que quieran defender el patrimonio. Hombro con hombro con nuestra querida fundición. Pero no apoyaremos procesos basados en su lógica diabólica de la depredación del suelo. La dignidad no está en venta. Ni la de la ciudad ni la nuestra.
Hemos propuesto para Averly un modelo de gestión similar al del Matadero en Madrid o a Can Batlló en Barcelona. Convertirlo en un espacio de referencia para la creación y la difusión cultural. Pero mientras tanto, lo que es de Ley es que un patrimonio tan valioso esté catalogado. Y para ello no hay que dar nada a nadie a cambio. Apudepa lo ha propuesta ya oficialmente. El Plan Nacional de Patrimonio Industrial del Ministerio de Cultura lo respalda. Conciudadanos ¿a qué esperamos para derrocar este neofeudalismo del suelo? La ciudad es nuestra, ciudadanos. Nuestra.
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