Escultura monumental al aire libre.
Obra de A. Alfaro en la Plaza de las Reales Academias, en la Avda. de la Ilustración de Madrid. Foto Nardo Villaboy, El País.
El diario El País publicó en su edición de 21 de julio de 2007 (Babelia) un interesante artículo firmado por Javer Maderuelo . Su autor hace una presentación del fracaso de la escultura pública desde el monumento a Balzac por Augusto Rodin en 1898. El movimiento moderno, los nuevos materiales, los galeristas, el coleccionismo privado fueron factores decisivos en ese cambio en los albores del siglo XX porque en consecuencia se perdió la técnica y la escala urbana. Desde entonces, la escultura monumental en la ciudad ha ido dando tumbos porque “ante los atropellos y horrores estéticos que se multiplican en los centros urbanos… la falta de un programa monumental bien diseñado convierte las urbes en caóticos batiburrillos”. Leer artículo completo aquí .
Münster en Alemania, desde 1977, Nantes y Toulouse, en Francia, celebran habitualmente encuentros sobre escultura que instalan al aire libre obras para convivir con el ciudadano. Como se puede apreciar en la lectura hay otras ciudades que miman su urbanismo de una forma permanentemente creativa. En Münster se ha presentado la obra de la española, residente en Bélgica, Dora García, quien ha puesto en circulación por las calles un personaje, Filch, que va de incógnito. Es una escultura viva que está en todas y en ninguna parte.
En cuanto a nuestro país -añade el autor, “por lo general, la mayoría de las ciudades españolas carecen de un programa monumental, de unos criterios de estética urbana y, sobre todo, sus ediles demuestran la falta de sensibilidad artística y sentido común. Los despropósitos en España son de tal calibre que nos permitirán establecer una lista de las capitales de la ignominia, en la que Oviedo, Valladolid y Madrid copan los primeros puestos”.
La polémica está servida. Zaragoza posee una escultura monumental que va sobre todo desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. El Batallador en el Parque Grande; Fernando el Católico, en la plaza San Francisco; Lanuza en la Plaza Aragón, la escultura de D. Ramón de Pignatelli en el parque que lleva su nombre; el monumento a la Religión y a la Patria en la Plaza de España; los Sitios en la plaza de su nombre, Agustina de Aragón en la plaza del Portillo; la escultura abstracta de los Enlaces en el lugar que lleva su nombre; el de la Constitución en su paseo y más recientemente los leones en bronce del Puente de Piedra, y su versión policromada de distintos autores, y la estatua ecuestre de Palafox en la plaza que da a la calle Madre Rafols, próxima a la Caridad. Muchas de estas obras pertenecen al patrimonio aragonés porque están catalogadas como monumentos, otras no, pero habría que ir revisando el catálogo. El profesor Manuel García Guatas le ha dedicado recientes estudios.
En estos momentos Zaragoza con el reto de la Expo es objeto de seguimiento en sus proyectos. Está asegurada la presencia del reconocido escultor Jaume Plensa con una obra original de letras sin rostro, de más de 12 m. de altura, presentada hace cosa hace un año a los medios de comunicación; ahora bien, creemos haber leído que hay cierto malestar entre los artistas aragoneses por no contar con ellos. ¿Existe debate al respecto en nuestra ciudad?
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