Cosas de "estrellas"
Ellos, adalides de la creatividad, artistas por antonomasia, refinados estetas, ellos, decimos, que consideran que el patrimonio congela la arquitectura, que las ciudades viven y por tanto cambian, ellos, los arquitectos-estrella, se suben por las paredes cuando alguien osa añadir alguna coma a sus “obras de arte”. Es curioso que los arquitectos-estrella se sientan siempre con carta blanca para añadir “estratos históricos” a los bienes patrimoniales, incluso con violencia, y se nieguen posteriormente a que otros añadan otros estratos a sus propias obras. Viene a cuento todo esto de las últimas palabras de Santiago Calatrava en referencia a su obra sobre el Gran Canal de Venecia y a la luz del recuerdo de las palabras de Jaques Herzog sobre la Escuela de Artes y del propio Calatrava sobre el puente Zubi Zuri. Son arquitectos distintos, sí, y quizás sea injusto pretender atribuir sus palabras a una misma intención. Pero son tan parecidas las actitudes de uno y del otro (y del otro y del otro), están tan por encima del bien y del mal, que apostamos que no nos equivocamos si decimos que Herzog se subiría por las paredes si alguien pretendiera abrir grandes “salas ancla” en su estadio olímpico de Pequín (ya lo dejó entrever en su conferencia en Zaragoza).
Calatrava es noticia por la inauguración del puente de la Constitución sobre el Gran Canal, que varía significativamente la fisonomía peculiar de la ciudad en ese punto. No tenemos suficientes elementos de juicio para valorar la bondad del proyecto. Quizás es un buen elemento para Venecia. Sirva como apunte que, lo menos que se le puede pedir a una construcción que se añade en el siglo XXI, es que sea del siglo XXI, que muestre los avances de la conciencia de servicio al ciudadano. En la atención a las personas con dificultades de movilidad, el puente de Calatrava, tan moderno él, puede calificarse de “medieval”, pues sigue las pautas funcionales del resto de puentes de Venecia, sin añadir nada nuevo. Solamente por la fuerte polémica posterior, el municipio se ha interesado por un ascensor horizontal no contemplado en un inicio que viene a ser una muleta para un puente precisamente cojo.
Lo que aquí nos importa es que el arquitecto se cree con todo el derecho a variar la fisonomía de Venecia, que no es poca cosa. Sin embargo, clama a los cuatro vientos contra una modificación funcional que el Ayuntamiento de Bilbao hace a su puente Zubi Zuri, apenas unos años después de su construcción, a cargo de otro arquitecto renombrado, Arata Isozaki. ¿Es bueno congelar la arquitectura? ¿Por qué la ciudad no merece “vivir” en este caso? ¿Por qué hay que inmovilizar las “obras de arte”?
Lean, lean esta entrevista que publica el diario El País, y vean cuán camaleónicos son los “estetas”.
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