Consecuencias (I): Llamamiento al alzamiento militar desde la Biblioteca de Aragón
Fotografía Heraldo.es. Generalmente las malas políticas traen malos resultados a medio y largo plazo. Ocurre, sin embargo, que con el ritmo de la vida que nos marcan nuestros gobernantes (nuestros políticos, nuestros medios de comunicación…) para cuando esos malos resultados han aflorado ya nadie se acuerda de las consecuencias. Y a otra cosa, mariposa. Y campo libre. Ayuda también a esta forma de actuar una ciudadanía poco dada a ejercer el legítimo y necesario control sobre la administración.
Nosotros, como saben, por ahora no nos resignamos (aunque el sentimiento de soledad aumenta por momentos) y hoy queremos analizar dos funestas actuaciones de las administraciones tomadas alegremente por motivos cuanto menos dudosamente legítimos sobre importantes elementos patrimoniales. Orígenes de los que ya nadie se acuerda que, sin embargo, tienen consecuencias muy actuales.
El primero de ellos tiene como protagonista a la Biblioteca de Aragón. Por si no lo saben, la Biblioteca es un ente jurídico algo extraño que agrupa diversas instituciones estatales y autonómicas. Es el primer centro bibliográfico de la Comunidad y viene a ser algo así como una Biblioteca Nacional para Aragón. Su importancia en el ámbito del patrimonio bibliográfico y cultural autonómico es realmente sobresaliente.
Pues bien, vean hasta donde llega el “chanchulleo” de nuestro querido Departamento: Para ocupar la Dirección Gerencia de la Biblioteca de Aragón era requisito imprescindible ser funcionario del Grupo A, por decirlo así el grupo con un mayor grado de exigencia. En noviembre del año pasado, sin embargo, la remodelación del Gobierno conllevó la salida de la Dirección General de Cultura de Pilar Navarrete, sustituida por el alcalde socialista de Graus, Ramón Miranda. Así que ya se imaginarán ustedes que había que buscar acomodo a doña Pilar. La Dirección Gerencia de la Biblioteca es un puesto lo suficientemente lucido para una exdirectora general, así que manos a la obra.
Pero como Pilar Navarrete pertenece al Grupo B de funcionarios, y no hay impedimento que pueda con este Gobierno, el Departamento modificó los requisitos del puesto a la medida de los que cumplía Pilar Navarrete y lo abrió a los funcionarios del Grupo B, sin disimulo ninguno. El hecho fue denunciado públicamente por Chunta Aragonesista y ante los Juzgados por la Asociación en Defensa de la Función Pública, a quien desde aquí hay que agradecerle el trabajo ingente que realiza en pro de la corrección del funcionamiento de la política de la Diputación General en este campo.
Solamente un año después de estos hechos, la Biblioteca de Aragón ha vivido el acontecimiento más bochornoso y triste de su historia: desde sus salas se ha llamado a un alzamiento militar contra las instituciones democráticas, se ha convocado un golpe de estado. APUDEPA, a la que le cuesta, dicho sea de paso, encontrar lugares para reunirse en Asamblea General (la Diputación General nos prohibió el paso a la Escuela de Artes, donde se celebraban), se alarma ante la negligencia y la irresponsabilidad de un equipo de gobierno que no sigue los mínimos protocolos exigibles para asegurar que en la casa del libro no se lleven a cabo exaltaciones de la violencia y el golpismo. Estos lodos son, sin ninguna duda, consecuencia de aquellos polvos. ¿Alguien se acuerda de quién y en qué circunstancias bajó las exigencias del cargo de Director-Genrente? ¿Alguien dimite?
Nos reponemos, y les contamos el otro caso.
3 comentarios
Anónimo -
Marimar -
Hay un caldo de cultivo peligroso para la salud democrática, desde hace años, por desgracia.
La Verdad -
Que se haya permitido esto me produce vergüenza como aragonés: la libertad de expresión tiene un límite.