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Consecuencias (II)

Consecuencias (II)

 Puente de Piedra de Zaragoza, septiembre 2007.  Foto http://blogofago.com/. A finales de octubre comenzábamos un post así: Generalmente las malas políticas traen malos resultados a medio y largo plazo. Ocurre, sin embargo, que con el ritmo de la vida que nos marcan nuestros gobernantes (nuestros políticos, nuestros medios de comunicación…) para cuando esos malos resultados han aflorado ya nadie se acuerda de las consecuencias. Y a otra cosa, mariposa. Y campo libre. Ayuda también a esta forma de actuar una ciudadanía poco dada a ejercer el legítimo y necesario control sobre la administración.

Ese día hablábamos de los “chanchullos” administrativos en la Biblioteca de Aragón y su relación con la incapacidad para controlar actos de proselitismo fascista. Era nuestra intención seguir con otros ejemplos, pero ya saben que son tantas cosas las que conciernen al patrimonio que nos es difícil llegar a todo. Otro de los casos más graves, aunque intenten olvidarse las administraciones y aunque pretendan que todos los ciudadanos lo olvidemos, es el del azud del Ebro. Sus consecuencias totales no las conoceremos hasta pasados años, incluso décadas, pero estamos en disposición de adelantar ya algunas cuestiones. Preguntado por esta cuestión directamente por miembros de APUDEPA, don Francisco Pellicer, Director General Adjunto de la Expo, negó en julio de 2008 que tuvieran que hacerse más dragados en el Ebro. En otoño conocíamos, sin embargo, que el Ayuntamiento dragaba de nuevo el río para intentar que el negocio de los barquitos tomara aliento. Y entre tanto se sucedieron los dragados encubiertos con excusas varias. Aparecen los primeros problemas de filtraciones en Echegaray y Caballero y, por si todo ello fuera poco, se demuestra lo que muchos vaticinábamos: que no solo era un desastre medioambiental y urbano sino que el azud era fuente de interminables problemas económicos: el negocio de los barquitos no funciona y el Ayuntamiento invita a esta ronda. Nos animamos a escribir este segundo capítulo de nuestra serie Consecuencias, al leer en Heraldo de Aragón esta noticia: El Ayuntamiento de Zaragoza dará a Turismo Ebro Fluvial (concesionaria del “chanchullo de los barquitos”) más de 1 millón de euros, que se reparten en concepto de construcción del embarcadero de Vadorrey (que por contrato debía construir la empresa) y con 300 000 euros dados directamente por “compensaciones”.

Por mucho que sea público y notorio el fracaso y el ridículo del negocio de los barquitos (que abanderó, debemos recordarlo, el “Messi” del Ayuntamiento, don Jerónimo Blasco directamente aporrado por el señor alcalde, don Juan Alberto Belloch, contra el criterio de los colectivos sociales y culturales, es necesario traerlo a la palestra para aprender ciertas lecciones.

Primera: que hay que escuchar más a los ciudadanos y a los expertos independientes.

Segunda: que obrar e invertir no son siempre sinónimos de beneficios ni de progreso.

Tercera: que no vale siempre eso de “si los ingenieros, arquitectos, técnicos dicen que no hay problemas, será porque lo saben, que para eso son expertos” (recordemos que alguno de los barcos ni siquiera ha podido remontar el puente de Piedra pese a las sesudas predicciones y que la lámina de agua no funciona como se había previsto en los estudios).

Cuarta: que se puede hundir el Pilar que aquí nadie asume responsabilidades.

Quinta: que es necesaria mayor transparencia porque ¿quién integra Turismo Ebro Fluvial? ¿quiénes son sus accionistas? ¿por qué tantas facilidades y tantos beneficios?

Sexta: que (aunque rehuyamos símiles futbolísticos) Messi nos ha metido un gol en propia puerta.

 

1 comentario

Curiosa -

Cuanto papanatismo hay en este país y en esta Comunidad. Lo de Jerónimo Blaco es otra más de la peña de amigos de chupatintas y caza subvenciones del PSOE. Más de lo mismo. La que tienen liada.